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"Silabas de Luz". Poemario de Aída Acosta. Palabras para su presentación
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"Silabas de Luz". Poemario de Aída Acosta. Palabras para su presentación

Actualizado 23/11/2016
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"Silabas de Luz". Poemario de Aída Acosta. Palabras para su presentación | Imagen 1

He sido invitado por Aída Acosta para presentar su libro "Sílabas de Luz", este viernes 24 de noviembre en la Sala Duque de la Victoria de Valladolid, dentro de las actividades de "Viernes de Sarmiento". La lectura de su libro y su presentación me ha llevado a la reflexión de mi columna de hoy en Salamanca rtv al día. Me siento muy agradecido a Aída por hacerme ese honor. Por mi actividad de fotógrafo y poeta, me siento profundamente ilusionado con hacerlo. Mi columna semanal en Salamanca rtv al día se llama "Desde la ciudad de la Luz" y La luz es el punto de partida y de fuga. La luz es meta, camino y vida. La luz y las sombras, calibrada con argumentos científicos, la temperatura del color y la simetría de las composiciones.

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La mirada no encuentra límites ni un recipiente que la contenga. Los sentimientos y la mirada trascienden las fronteras y abren sus alas para volar con los pájaros de las tardes en la ciudad. Atraviesan la región más transparente y rompen la tela del encuentro. El objetivo, entrar en el misterio de las tinieblas, donde se percibe el rumor más primitivo de la creación, poner los territorios de la ensoñación al alcance de la mano.

La Luz es la esencia de la imagen, también de la palabra, el Universo donde se manifiesta el espíritu creativo del poeta, porque la imagen surge entre la intersección de la Luz y la Mirada. La luz permite la aparición de los objetos y la mirada registra esta aparición momentánea, porque los objetos después vuelven a desaparecer.

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Todo escritor encuentra en la Luz su momento, el instante mágico en el que observa la aparición de los objetos y los percibe. La obra poética al igual que la fotográfica, en sí, resulta de un pulso muy delicado entre la percepción y el estado de ánimo. Después de ese instante, desaparece la luz y también la propia percepción y la mirada vuelve a coincidir con el silencio. La desaparición de la Luz hace que ese instante se encuentre encapsulado en el tiempo. Hemos de asumir que entre la obra y el propio autor existe siempre una asociación simbiótica ya que no existiría uno sin el otro.

Estamos rodeados por un universo que nos abraza y nos protege. La realidad encuentra un medio para perpetuarse las almas de los hombres. Todas las obras creadas nos muestran lo que es el momento de creación, la propia realidad y su interpretación. La palabra se apodera de la corporeidad de la realidad para ser ésta la que tiene cuerpo y palpita, la que nos sobrecoge o causa indiferencia. Y ese palpitar constante, es la pasión incontrolable del lector, que se traduce en una realidad y un deseo que nos hace vivir los silencios y escuchas del escritor

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La luz nos proyecta las sombras de las cosas, las reales y las imaginarias, es, pues, la que ilumina la imagen de nosotros mismos, de nuestra propia civilización, construida a base de lo que se aparece. Y nosotros mismos, ante esa imagen no transfigurable, nos miramos como en un espejo, descubriendo que nosotros somos los que nos transformamos, a imagen de los paisajes de nuestros sentimientos iluminados en la razón de los días.

Sílabas de luz es la Luz, partiendo de un hecho científico se inspira en la propia vida. Sus problemas, sus alegrías. Nada es blanco ni negro, todo tiene sus colores claros y oscuros, y aunque los problemas existen, es tan cierto como que existen los buenos momentos. Tristeza y alegría le dan perspectiva al cuadro de nuestra vida, y cada cual tiene su razón de ser. Lo que debemos procurar es utilizar todos los matices para pintar nuestro horizonte, porque las sombras dan perspectiva a la luz y viceversa: sino todo el lienzo sería igual y nada resaltaría.

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Los huecos que se abren a la luz y la claridad en la creación literaria son la metáfora de estas, bien en forma de poemas, de artículos, comentarios u observaciones, así como las imágenes, fotografías, dibujos y todo tipo de representaciones, que abren en sus oquedades paso a la luz del espíritu iluminándonos por dentro y recreándonos con sus ideas, sentimientos y reflexiones. Los lucernarios, al igual que las lucernas usadas en el mundo romano, nos ponen en contacto con la luz, la inteligencia o la mirada inteligente sobre el mundo y, ante todo, sobre nosotros mismos y nuestra experiencia con los demás. No sé si resultará pretencioso perseguir la luz, abrirse a la luz, respirar la luz para comprender las sombras; pero estamos en el intento. La poesía deAída es, ahora, la luz.

La noche se viste de colores. La oscuridad se disfraza de Luz. Entre naranja, amarillo y azul lo cotidiano se esconde. Nada es lo que parece. Un balcón puede tener forma de corazón. Una ventana volverse un faro. El arcoíris esconderse tras una mole de muros que aprisionan nuestros deseos.

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La oscuridad deja de ser triste, cuando un mago devenido en artista transforma lo que vemos, cuando se despoja de lo trivial y atrapa la impronta de ese otro mundo que es invisible a los ojos.

Dibujar la luz, aplicar colores sobre las estructuras que el tiempo parece olvidar pero no olvida, es en ocasiones una forma de hacer poemas. La poesía no es solo palabras. La poesía también es luz.

La luz es claridad al nacer el día, abierta la ventana por donde se cuela un rayo que transforma los espacios y nos devuelve a la realidad que ocultaban las sombras.

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La importancia de la poesía de Aída Acosta, pasa, desde luego por el acercamiento del lenguaje al lector para que se produzca esa magia del deslumbramiento, que no es anterior a la realidad ni al poema, sino que es el poema mismo y que sólo existe en la lectura.

La aparente sencillez de la poesía de Aída es un camino de ida para el lector; es, desde la atalaya de estos tiempos, el signo de accesibilidad que la autora traza cortésmente hacia el probable lector. Y, desde la autenticidad testimonial, los poemas se revelan como retazos de unas apasionadas sensaciones que van encontrando su forma y su clave entre los versos.

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Entender la naturaleza ficticia del discurso poético, se vuelve un juego con el conocimiento físico que supone conocer la luz como enigma histórico.

Aída Acosta ( en sus notas del autor señala como características esenciales de su poesía la pasión de lo exacto y lo profundo, que surge de la meditación de la experiencia personal, no de un optimismo vacuo; el equilibrio entre la búsqueda física y sensorial :

"Esta es una mirada vertical, una proyección del sentimiento a las palabras para abrirlas en su luz, como escribió Gonzalo Torrente Ballester: Mirando a las estrellas se hacen los hombres dignos de sí mismos, y la ciencia que emana es la única que merece ser aprendida"

Cada sílaba, cada palabra, cada verso, cada poema son esas estrellas, son la luz, la caricia de la belleza,?

Entre las cualidades generales, cabría destacar su sensibilidad estética, su especial sentido del ritmo, y una especial unidad de sentimiento entre lo leído, lo contemplado y lo vivido que dota al poema de una singular textura artística. Siempre la sensibilidad va ligada al sentimiento, pero no reñida con la inteligencia; sentir es estar implicado en algo, como una parte del todo. En la poesía de Aída Acosta, el poema es un proceso que se recrea con cada acto de lectura (diverso, múltiple, multiforme); de modo que cada poema es una poderosa re-creación donde hay una poderosa unidad del mundo representado.

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Es, desde la voz poética, una poesía que se adentra en el campo mágico de la imagen, mediante una curiosa coincidencia entre poema e imagen, entre palabra y Luz. Luz y palabra que son vida entre el yo escénico que visita el poema y el otro yo que asume la luz, unidos ambos en el crisol de la ciencia a través de las múltiples preguntas que nos hacemos sobre los conceptos de Luz y Sombra

Sílabas de Luz no es una colección de poemas sino un libro de poemas que se organiza como un denso arco-iris de colores. Es, en toda regla, una reordenación global que nos suministra una clave de lectura. Existe un elaborado orden en una organización y disposición basado en la dispersión de la luz en los colores que fundidos dan la luz blanca Como la autora nos da cuenta en la "Explicación del autor" de la estructura del libro poética:

"Sílabas de luz tiene na estructura precisa y exacta que abre la palabra poética con el espectro dando paso a su división en los siete colores (Espectro solar de Newton): rojo, naranja, verde, azul, añil y violeta. Cada color responde poéticamente a su significado?

Finalmente "Sílabas de Luz" hace la suma total en el rayo de luz blanca

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En realidad, lo que nos ofrece el libro son distintas propuestas de lectura que surgen de tres mundos temáticos íntima y profundamente relacionados: los espectros, los colores y la luz blanca como composición final de todos los colores en los que se ha difractado la luz sobre el prisma. Estadio iniciático

La poesía de Aída alcanza regularmente hacia el final de los poemas ese vívido crepitar de la llama que ilumina su palabra

Sus poemas, en su conjunto, nos invitan al viaje y al trayecto que cada uno traza e interpreta con su lectura, desde la sombra a la luz. "Sobra decir que la oscuridad no es lo contrario de la claridad, sino su sombra y, a menudo, el único signo visible de su paso por nuestras vidas."

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Estética de luz. Aída sabe y mantiene que la poesía puede enseñarnos todavía muchas cosas, si sabemos leer entre los signos de la Luz. Uno se estremece ante esta poesía visual, imaginativa y lúcida; una poesía inteligente que se renueva a sí misma, que es una nueva iluminación sobre la condición emocionada y pasional de su ser de poeta.

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