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Las manos que dan vida a la madera
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Su casa del pueblo se ha convertido en un museo

Las manos que dan vida a la madera

Actualizado 21/11/2016
Redacción / Victorino García Calderón

CANTALPINO | Feliciano Martín, el artesano silletero y artista de la madera

Los silleteros, "como el restos de oficios artesanos, quedan ya de forma residual en la provincia". Esto no lo dice cualquiera y así opina Feliciano Martín Cascón, vecino de Cantalpino, último silletero de esta localidad quien, al igual que muchas personas recuerda aquellos tiempos en los que "los artesanos recorrían los pueblos; el silletero arreglando las sillas, el que hacia los trillos, el que hacía las cribas,..". Eran otros Las manos que dan vida a la madera | Imagen 1tiempos, los que principalmente vivió su padre, Feliciano Martín Campo, quién le legó el oficio al actual silletero, y quien a su vez lo aprendió de su padre. En aquellos tiempos había más silleteros en Cantalpino, razón por la cual el padre del actual artesano tuvo que dejar su localidad natal para instalarse en la de su esposa, Villoria. Allí pasó su infancia Feliciano Martín Cascón, aunque es natural de Cantalpino. Vivió en Villoria hasta los 17 años de edad en que emigró al País Vasco, pero el destino quiso que volviera a tierras charras, donde retomó el oficio de su padre y abuelo.

Oficio habilidoso

En tiempos del abuelo de Feliciano no había ordenadores en las casas, ni tampoco existían los Smarphone, pero se vivía en un contacto más directo Las manos que dan vida a la madera | Imagen 2con la naturaleza. Precisamente esta faceta, la de la relación directa con el entorno natural, es otra de las virtudes del Feliciano Martín, quien desde su retorno a tierras charras tuvo que agarrarse al oficio de sus antepasados pero también a la virtud que caracteriza a los cantalpineses, la del dominio de la horticultura, con cuyos frutos y las pocas sillas que reparaba conseguía sobrevivir.

Ya casi no hay sillas con asiento de espadaña, de las que reparaban los silleteros, pero la naturaleza ofreció a Feliciano Martín una nueva faceta, la del arte de trabajar la madera. Este habilidoso y trabajador cantalpinés comenzó a trabajar la madera, en un principio la de los olmos que comenzaron a secarse y caer a causa de la famosa grafiosis.

Hoy su casa de Cantalpino, a donde volvió hace no muchos años, es un museo, repleto de obras de artesanía o arte, según para quien pueda valorar estas creaciones, a las que este hombre dedica el tiempo necesario, sin mirar el reloj. La peculiaridad de este artista es que cuando emprende un trabajo no tiene claro el resultado, sino que se deja guiar por la forma natural de la madera, de tal manera que "voy al campo, veo un trozo de madera y le doy forma, surgen nudos", y otras formas de la madera que guían en resultado final del trabajo. Se trata de obras de arte con utilidad. Entre los numerosos objetos fabricados por Feliciano Martín, se encuentran utensilios de cocina, peines, esculturas en madera, y como no, sillas y sillones de espadaña, pero estas sí, fabricadas íntegramente por él.

J. Holguera

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