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Un líder que no era un líder
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Un líder que no era un líder

Actualizado 18/11/2016

Un líder que no era un líder | Imagen 1

La pregunta es evidente: qué es un líder, qué cualidades debe reunir, que capacidades le hacen distinto a los demás y, por último, ¿es necesario? Adelanto mi respuesta: es imprescindible, pero acotándola. El líder, hoy, representa a un grupo, lo impulsa, lo amaina en ocasiones y no es distinto que su mayoría. Cuando un líder se separa de su grupo, está perdido. Es lo que le ha pasado a Pedro Sánchez.

Primero, constato un gesto de dignidad, poco habitual por estos lares, en donde el verbo dimitir no se conjuga, nadie juega en esa liga que se llama decencia y en la cual cuando se pierde uno se va, y no pasa nada, las reglas son esas. Más bien sucede todo lo contrario. Por eso, elogio que Pedro Sánchez renunciara a su escaño de diputado cuando se vio obligado a votar con su partido en contra de lo que había estado proponiendo todo el tiempo. Tuvo un comportamiento decente y justificó a su oficio, que bien necesitado está de dosis de dignidad y de decencia. Se fue porque no se puede estar diciendo blanco durante casi un año y al final decir negro, todo lo contrario que hizo el portavoz del PSOE en el Congreso, Antonio Hernando, que tuvo, eso sí, un comportamiento muy profesional, que me recordó aquello de Groucho Marx: "Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros".

Dejar el acta de diputado, no supone irse del partido, ni renunciar a hacer política, pero en la práctica casi. Nuestra democracia es esencialmente parlamentaria: la política se hace sustancialmente en el Congreso, allí se presentan y discuten los proyectos y proposiciones de ley, allí se elige y cesa al presidente, allí se controla al Gobierno, allí se expone con rigor la línea política de un partido. Es verdad, la política es mucho más, y en mayor o menor medida todos la hacemos y nuestra sociedad civil peca de poco compromiso político, en buena medida porque España se ha convertido en una partitocracia y los partidos quieren ocupar todo el terreno de juego: craso error que estamos pagando en los temas más variados, entre ellos la desafección y hasta el odio hacia la política y los políticos, para muchos unos aprovechados. Pero irse del Congreso, dejar de ser diputado, complica muchísimo el futuro de un líder político: deja de ser noticia, se le escucha mucho menos, casi nada. Por eso, algunos, pragmáticamente, alentaban a Sánchez a permanecer votando contra la decisión de su propio partido, pero eso era incluso un mayor desatino.

Y en mi admiración y respeto estaba, cuando me topo con la entrevista a Pedro Sánchez en el programa de Jordi Évole, que fue del máximo interés periodístico pero que, en mi opinión, ha supuesto la tumba de este político. ¿Qué dijo en esta entrevista que lo coloca fuera de juego? Tres cosas fundamentales: la primera, que estaba en conversaciones, contra la resolución de su órgano político superior, con Podemos y partidos nacionalistas (cosa que negó posteriormente Esquerra, calificando Joan Tardá de "mentiroso" a Sánchez por haberse inventado tal cosa), y la gravedad aquí no es la aproximación sino hacerlo contraviniendo al órgano al que está supeditado; la segunda, darle la razón a Podemos, considerando que el PSOE debería haber entrado en la onda que supone su orientación política y reconociendo que se había equivocado al no haberlo valorado en su debida dimensión; por último, al considerar a España como "una nación de naciones", en contra de pronunciamientos anteriores de su parte en una línea casi opuesta.

Un pretendido líder deja de serlo si, en tres temas tan esenciales, a los pocos días de dimitir sostiene tesis opuestas a las que ha venido defendiendo durante el último año. A un líder no se le permiten las contradicciones flagrantes, y si las tiene, debe dedicarse a otra cosa. La política exige coherencia y los electores piden seriedad. Y a todo ello se añade que tales pronunciamientos cuestionan al PSOE como una organización política de referencia convirtiéndola en seguidista de un partido que nació anteayer: cómo la socialdemocracia va a ponerse a los pies de un movimiento populista, es insólito. Finalmente, lo de "nación de naciones" es muy comprometido y hoy por hoy a muchos, a casi todos, les suena a derecho de autodeterminación y a soberanía compartida: estocada en todo lo alto que derribaría a un partido que pretende gobernar un Estado basado en la nación española: ¿dónde queda ahí la soberanía nacional?

Por eso, cuando le oí que pretende recorrer España visitando las agrupaciones socialistas de todo el país con su vehículo de gama media, tuve muy claro que a Pedro Sánchez le vino muy grande ser líder del PSOE. No valía para ello y su suicidio político lo acredita. Pero pudo ser presidente: se lo impidieron los que ahora dice que no les entendió. La lucidez no es lo suyo.

Marta FERREIRA

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