Una lucha diaria por sobrevivir que viene de la mano de los hermanos Nicolás y José Enrique, hijos de uno de los mayores referentes de este encaste, Nicolás Fraile
POR MARÍA FUENTES
La historia cuenta lo que sucedió, y es, por ello, un incesante volver a empezar. Muchas tardes de gloria en el recuerdo. Hoy, una realidad innegable azota al toro bravo si hablamos de la sangre Atanasio-Lisardo, y es que es un encaste en peligro de extinción.
A 40 kilómetros de Salamanca y ubicados en el prestigioso Campo Charro, negrea la estampa de los toros de esta sangre. En Valdefresno, pastan las reses; en Tabera de Abajo, un municipio que no supera el centenar de habitantes, rodeados de robles y encinas, en libertad, en su esencia, donde se respira vida y se espera un invierno que se resiste a llegar.
Una estampa de ramas secas, fiel reflejo del paso del tiempo. Una lucha diaria por sobrevivir que viene de la mano de los hermanos Nicolás y José Enrique, hijos de uno de los mayores referentes de este encaste, Nicolás Fraile, fallecido hace apenas tres años cuando se daba paso a un 2014 que acababa de aterrizar. Un ganadero, un señor.
Hoy, estos dos hermanos siguen la estela de su padre, adaptándose a las exigencias de los tiempos y sin perder jamás la búsqueda de la casta y la bravura que él exigía a sus toros. "Cuando se nos pregunta por la evolución la respuesta es sencilla: la ganadería evoluciona hacia su origen, siempre aferrados en lo que hemos vivido siempre, que es mantener ese encaste que hoy en día está en peligro de extinción. La ganadería está en un momento muy bueno, y sabemos que los toros embisten, exigentes pero cumplen. Acabamos de concluir una temporada con la que estamos satisfechos en cuanto al comportamiento de los toros y al resultado. Ocho corridas de toros, dos de ellas lidiadas por las figuras, y han funcionado. De cara la próxima temporada ya se están interesando por ellos y nosotros seguidos trabajando en esa línea", explican.
La base de cada temporada es Madrid. Valdefresno lleva 23 años lidiando en la Plaza de Toros de las Ventas. Estos toros han propiciado alguno de los triunfos que han llevado al éxito a matadores como Enrique Ponce, con 'Lironcito', exigente toro que el diestro lidió en su apoteosis de Las Ventas el 27 de mayo de 1996. Una de las corridas más completas que lidió Valdefresno en Madrid fue en 2002 con los diestros Pepín Jiménez, David Luguillano y José Luis Bote. También sobresalió un toro lidiado por Sebastián Castella el 18 de mayo de 2007, y que le situó entonces como una de las figuras del momento.
Toros serios, armónicos, bien hechos. Seriedad suprema. Valdefresno, la lucha por la supervivencia de un encaste en el que creen.
"Dar a conocer la tauromaquia a la sociedad debe ser tarea imprescindible"
La situación actual que atraviesa la Fiesta es un tema complejo que a los ganaderos ni puede ni debe pasarles desapercibido. A criterio de los hermanos Fraile, los taurinos deben trabajar no solo por criar el mejor toro, que eso es algo evidente, sino por dar a conocer ese trabajo y trasladar esta realidad a la sociedad.
"La tauromaquia se ha complicado por factores internos de los propios taurinos pero sobre todo por factores externos. La corriente animalista se está extendiendo cada vez más, fomentada incluso por determinados grupos políticos, aunque no sólo ellos tienen la culpa. Cuando hablamos de factores internos y hablamos de culpables de esta situación debemos hacerlo en primera persona, pues muchas veces los propios taurinos no lo hemos sabido explicar y no hemos sabido abrirla a la sociedad e inculcarla, algo que debe pasar a ser una tarea imprescindible", explican.
La Fiesta, a su juicio, tiene "tanta importancia" y "tanta grandeza" que no va a desaparecer, basta únicamente con mimarla y defenderla "desde dentro hacia fuera".