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Etapas del amor
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Etapas del amor

Actualizado 05/11/2016
Manuel Lamas

Etapas del amor | Imagen 1

Francisco, recogió apresuradamente su pupitre. Libros y cuadernos fueron introducidos en la cartera con el suficiente desorden para desconocer, llegada la noche, qué tareas tenía que realizar para el día siguiente. Existía una razón: Elena le esperaba a la salida de clase; estaban enamorados.

En poco tiempo, aquella semilla fructificó. La boda en plena adolescencia, les introdujo en una realidad de mayores. El trabajo, los hijos, y responsabilidades de todo tipo, transformaron aquel amor. Ninguno de los dos, al menos en los primeros años, pronunció reproches, ni desertó de sus responsabilidades. Gracias a la suma de esfuerzos, los hijos recibieron la atención que necesitaban.

Pero el tiempo corrió muy deprisa; apenas sin advertirlo, las cosas habían cambiado. Los hijos, al independizarse, dejaron un hueco que trataban de llenar como podían. Ambos esposos acusaban una pérdida importante de interés en su relación. Recordaban los besos de otro tiempo; los abrazos furtivos, agazapados en la oscuridad y, sobre todo, los anhelos que sentían, momentos antes de los encuentros. Visiblemente decepcionados, se preguntaban: ¿qué ha cambiado? Cambiaron muchas cosas: había terminado la etapa de los sueños; también la del trabajo y los sacrificios atendiendo a los hijos. Era necesario emprender un nuevo camino juntos, con todos los defectos y carencias al descubierto.

Etapas del amor | Imagen 2

Había que gestionar sin traumatismos la nueva realidad. Pero el entusiasmo estaba muy mermado. Quizá nadie les advirtió que, bajo los influjos del amor, son indetectables las deficiencias del otro. Al enamorarnos magnificamos a la persona, y perdonamos todos sus defectos. Pero estos no desaparecen; los descubrimos todos juntos cuando llegan los problemas, y los hijos correteando por la casa, ya no aportan razones para solucionarlos.

Evidentemente, el amor sufre diversas transformaciones hasta su consolidación. Los problemas y contrariedades dentro del hogar son lógicos, y sirven para fortalecer la relación a través una negociación, en la que nunca debe faltar empatía suficiente, y grandes dosis de generosidad. No estaría mal, antes de acceder al matrimonio, saber los compromisos a los que se enfrentan los esposos. Quizá, de esta forma, se evitarían muchos traumatismos emocionales, y también físicos.

Con los hijos mayores e independizados, Francisco y Elena dudaron de su amor. Fue un salto en el vacío, considerar extinguido el vínculo que les unió durante tanto tiempo. Es cierto que no sentían el amor con la misma intensidad, pero había otras formas de canalizar los afectos. Sencillamente, estaban en otra etapa de la vida que no supieron aprovechar.

Una de las partes buscó, fuera del hogar, la ilusión que en otro tiempo sintió por la persona amada. Pero fue un error volver al pasado con las premisas del presente. Navegar sobre aguas turbulentas quizá resulte atractivo en la juventud. En la madurez, otras deben ser las preferencias.

Se trata de una historia figurada, pero podría ser real. Buena parte de la destrucción de familias tienen su origen en la falta de madurez; en considerar que el amor desaparece cuando, amansados los instintos, los placeres no muestran la intensidad de otro tiempo. El desgaste y apatía que genera la convivencia, termina con muchos matrimonios. Si queda algo de amor entre los esposos, remarán en la misma dirección; en caso contrario, una de las partes, buscará fuera del matrimonio, realidades diferentes, para sacudirse el yugo de la familia. En poco tiempo, sus problemas se multiplican, y echa en falta la casa donde encontró el verdadero equilibrio.

Etapas del amor | Imagen 3

El amor de juventud es tan importante como el que sentimos en la última etapa de nuestra vida. Si el primero nos empujó precipitadamente hacia una realidad desconocida; el segundo, ha de procurarnos estabilidad y apoyo para culminar nuestro periplo vital con suficiente dignidad.

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