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El avance de la inmovilidad
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El avance de la inmovilidad

Actualizado 28/10/2016
Manuel Rodríguez Fraile

El avance de la inmovilidad | Imagen 1Lograr el movimiento continuo, el movimiento perpetuo, ha sido aspiración frustrada del ser humano durante siglos. Leonardo da Vinci, genio del renacimiento italiano, diseñó un sistema para demostrar que dicho objetivo era imposible, el hombre nunca podría obtenerlo. Hoy ya en el siglo XXI, un político español ha logrado poner en cuestión las afirmaciones del mismísimo Leonardo y lanzar un nuevo y más osado reto "científico": el avance inmóvil.

Mariano Rajoy, aún presidente en funciones, pero próximo presidente de facto en nuestro país, es en la actualidad el único ser vivo capaz de avanzar sin moverse, estrategia mediante la cual se ha impuesto a todos los demás candidatos a la Moncloa. Al PSOE por cabezones, a Ciudadanos por veletas y a Unidos Podemos por arrogantes, el resto de partidos no eran aspirantes merecedores a tan sublime destreza.

Mariano Rajoy ha conseguido, sin moverse, no sólo sortear la Gürtel, Bakia, Bárcenas, Púnica y otras múltiples amenazas, sino lograr mejorar los resultados electorales. Un hecho insólito digno de estudio por los analistas y estrategas políticos.

El futuro presidente se ha mantenido aletargado, a resguardo de los cambiantes borrascas, esperando pacientemente que sus rivales políticos se destrozaran, bien a sí mismos bien entre ellos, sin hacer absolutamente nada. Tal vez a eso se refería el filósofo prusiano Immanuel Kant cuando afirmaba que: la paciencia es la fortaleza del débil, y la impaciencia la debilidad del fuerte.

Mientras los socialistas se desangran en luchas intestinas entre el no, la abstención y la abstención "controlada", con una Presienta de Andalucía que ni come ni deja comer. Mientras los de Ciudadanos se arriman al sol que más calienta moviéndose de izquierda a derecha por el bien de la gobernabilidad. Mientras los "errejonistas" se moderan, los "pablistas" se radicalizan y Alberto Garzón no sabe o no contesta; el Partido Popular, con un líder que desafía todas las leyes de la física, avanza hacia el poder desde su inmovilidad sorteando escándalos y tribunales justicia.

¿Y los ciudadanos? Sí, los ciudadanos esos por cuyo bienestar dicen trabajar todos los que aspiran a gobernar, pues según el escritor italiano Alberto Moravia: Curiosamente, los votantes no se sienten responsables de los fracasos del gobierno que han votado. Tal vez sea que cada pueblo tiene los gobernantes que merece.

Durante la Revolución francesa, se comezón a utilizar el término "ciudadano" que implica participación en el gobierno y derecho a hacerlo, por oposición al de "súbdito" que suponía sumisión a la realeza, puede que los ciudadanos hayamos renunciado a ese derecho en favor de una clase política que ha dado sobradas muestras de no merecerlo.

Por tanto es indispensable recuperar "lo político" como bien común, no sólo en las urnas sino en la vida cotidiana, porque en mi modesta opinión la sociedad civil está pasando por momentos de debilidad, de falta de coraje, al permitir excesiva libertad de decisión a unos grupos de dirigentes que no se han hecho merecedores a ella, pues les preocupa más conservar sus prebendas que satisfacer las necesidades de los ciudadanos a los que dicen representar.

La sociedad civil es corresponsable de lo que sucede si no permanecen alerta, vigilantes y ejerciendo su derecho a participar en los asuntos públicos. Partidos políticos, sindicatos y otras organizaciones sociales pierden peso específico, ceden terreno ante unas elites insaciables en su ansia de poder. De poder de todo tipo legislativo, ejecutivo, judicial y económico.

Lamentablemente, en estos tiempos que corren se puede presentar como verdadera la afirmación del poeta, dramaturgo y novelista francés Víctor Hugo: Entre un Gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consiente hay cierta complicidad vergonzosa. Por ello es necesario, indispensable, dejar de ser cómplices y ejercer de ciudadanos.

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