Aunque sean justas y legítimas las no pocas lamentaciones que se producen, no por ello hay que creer que estamos ante una desaparición inminente
Servidor no quisiera pecar de pesimista al salir al paso de tantas catastróficas amenazas que se ciernen sobre la Fiesta. Aunque sean justas y legítimas las no pocas lamentaciones que se producen, no por ello hay que creer que estamos ante una desaparición inminente. Podemos decir que la fiesta de los toros, ahora mismo, pasa con toda evidencia por un bache importante, trascendental y peligroso.
La Fiesta no escapa tampoco del desasosiego social, económico y de incertidumbre que vive el país. Periodos tan indecisos y tan de crisis como el que atravesamos hubo muchos, según registra la historia, de becerros, de golpes, de arreglos y de otros males se habló siempre; de imposiciones y exigencias de apoderados, diestros, ganaderos y empresarios. ¡No digamos! De la carestía del espectáculo se habló de modo permanente.