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Esto no es normal
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Esto no es normal

Actualizado 22/10/2016
Fructuoso Mangas

Vivimos entre el fútbol y la política y eso no es normal en una sociedad sana y normal. ¡Fútbol televisado prácticamente todos los días! ¡Oh tiempos aquellos cuando si televisaban un partido en alguna fecha señalada el respetable lo tomaba como intento de manipulación y se mofaba de semejante intento! Y cuatro quintas partes de cada boletín de noticias a la política y a los sucesos.

No es normal.

El espectáculo, sea político, religioso, deportivo, judicial, militar, nacionalista o de cualquier clase es un viejo recurso que desde siempre se ha utilizado desde cualquier poder en alguna de sus modalidades.

Ya hace veintiséis siglos Jenófanes de Colofón, "juglar de la protesta" a la par que "teólogo revolucionario", en sus Fragmentos advertía a los ciudadanos griegos contra el culto a la belleza del cuerpo en los Juegos y contra el sentido agonal del deporte para distraer al ciudadano, con alusiones a lo de todo vale con tal de ganar y el desprecio hacia el perdedor? ¡Qué antiguos son nuestros males y qué viejos ya los sabidos remedios!

Siglos más tarde sólo la ciudad de Roma llegó a tener quince circos y no es de extrañar la crítica de Juvenal al pueblo romano pasivo, feliz y bien alimentado, del que decía: duas tantum res anxius optat, panem et circenses (Sátiras X, 81).Y siendo rigurosos, así seguimos, con el Pan y Circo, sea Fútbol, Juegos, Campeonatos, Juicios, Manifestaciones, crímenes y Sucesos?

"Contagiosa enfermedad" llama San Agustín a la afición de su amigo Alipio a las luchas y juegos del Circo, contagiosa y extendida como pandemia a lo largo de siglos y geografías en sus variadas formas y muchas veces como arma de dominio y de acallamiento del pueblo, desde los desfiles de Corea del Norte o los Carnavales de Río hasta los toros en España o el Tres/Seis Naciones con Irlanda o Suráfrica, pasando por unas vaquillas en cualquier pueblo de la meseta o el Castell en cualquier plaza catalana.

Pero lo del fútbol ahora es otra historia; es eso de siempre entre la manipulación y el espectáculo, según toque, pero en medidas desorbitantes y con más poderes tras él por debajo y por el medio y por detrás. Y además ya todo globalizado.

En el fútbol de hoy manda el dinero, ¡ya Olimpia valía como centro fiable de depósitos bancarios hace 25 siglos!, y el negocio que genera, siempre llevado entre secretos y trampas, supera cualquier cálculo posible. Y a la vez hoy el poder real que lo mueve está cada vez más oculto y es más inasible, pero está y manda. Como que el Mundial de Fútbol del 2022 se celebrará en Qatar y en diciembre? ¡Los dioses son siempre todopoderosos!

Ya confesaba Lorenzo de Médicis allá por el siglo XV que pane e feste tengono il popolo quieto. Es el arte de la coreografía política al servicio del Estado o de quien manda en él, sobre todo en los tiempos duros. Guillotinas, autos de fe, juicios y quemas de brujas, ahorcamientos públicos, guerras provocadas, muchos nacionalismos, juegos y campeonatos de casi todo y muchos recursos más son habilidades que muchas veces están al servicio de algún poder y hacen que el pueblo no mire o no hable o no se mueva. Y todos contentos, los que engañan, los que ganan dinero y los que se divierten, súbditos o ciudadanos.

No es extraño que Panem et circenses, poco pan y pésimo circo, más circo y más pan? sean títulos modernos y recurrentes en muchos grupos musicales de medio mundo como denuncia o advertencia. Todavía se celebra cada año en Tréveris, la bella ciudad alemana, el Macrofestival Brot und Spiele, con viejas resonancias políticas y ahora, ya domesticada, fiesta declarada como Patrimonio Universal.

Entre nosotros y de la mano de los intelectuales españoles de los siglos XIX y XX se consagró el «pan y toros» (que además es título de zarzuela y pasodoble, cómo no) como imagen de un pueblo mudo y domesticado mientras la nación iba a la ruina.

¡Pan y toros, y mañana será otro día! Cuando hay saquemos tripa de mal año, luego... ¡no importa!, repetía en En torno al casticismo don Miguel de Unamuno. Dame pan y llámame perro, es la vergonzosa fórmula concentrada con la que el Refranero español describe la situación del que es dominado a base de pan o de lo que sea.

Pero tampoco se puede negar ni rebajar el valor del deporte de masas como espacio de identificación y hasta de confrontación; incluso ese "enfrentamiento" entre dos equipos con sus partidarios detrás tiene un sano efecto terapéutico y lúdico de grandes efectos y proporciones. Y está por ver, siendo sinceros, si un pueblo puede vivir sin bálsamos y sin recursos colectivos para descargar la presión que de muchas formas le oprime.

Otra cosa es cuando se traspasan líneas rojas y se convierte en fuente de violencia o de opio individual y colectivo o de instrumento de dominación. Ninguna actividad de la vida moderna acumula a la vez tanta popularidad y tanta insignificancia. Y, claro, semejante desequilibrio da que pensar.

Y algo de esto piensa el ciudadano, aunque le guste el fútbol como a mí, al ver el calendario de partidos televisados a lo largo de cada mes. Algo nos está pasando y no parece normal.

Y puede que lo sea, pero no lo parece?

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