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Me resisto a perder la fe en la POLÍTICA
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Me resisto a perder la fe en la POLÍTICA

Actualizado 15/10/2016
Javier Marcos

Trescientos días de gobierno en funciones avalan el, del todo comprensible, hartazgo de la sociedad española. Casi un año de Ejecutivo sin capacidad de gobernar, casi un año sin poder aprobar reformas y medidas vitales para la recuperación económica y l

Me resisto a perder la fe en la POLÍTICA | Imagen 1

Cuando uno entra en política, me comentaba no hace mucho una persona que forma parte de nuestras Cámaras "legislativas", entre comillas porque llevan sin legislar el mismo tiempo que el Gobierno lleva en funciones, llega con la ilusión y el empeño de poner en práctica todas esas cosas que, cuando eres un ciudadano de a pie, crees que deben hacer los políticos.

Sin embargo, cuando te tienes que enfrentar, junto a los diferentes partidos que componen estos órganos, al teclado del ordenador, y comenzar a redactar una proposición de ley, una norma determinada? te das cuenta del escaso interés que tienen tantos y tantos parlamentarios en llevar a cabo aquello por lo que, se supone, les han votado. Y esto deja una imagen bastante decepcionante de la política.

He tenido oportunidad, en varias ocasiones, de conocer, charlar y sobre todo, ver trabajar, a personajes políticos que forman parte del que yo considero mi partido, el Partido Popular, y puedo asegurar que el ahínco y el ánimo con que, aún sin Gobierno, se apresuraban a preparar documentos, se reunían para organizar trabajo, para intentar sacar adelante iniciativas? no ha cesado en estos meses.

Sin embargo, se extiende el rumor de la inacción, no parlamentaria, sino de los parlamentarios. Y esto es algo que, además de falso, es completamente indefendible. Por un simple motivo, y es que las agendas de los diputados y senadores son públicas, y cualquiera que observe las que tan tenido los populares en estos meses, se dará cuenta de que aburrirse, no se han aburrido.

La primera vez que uno se sienta en el Congreso, en este caso en la Tribuna, dada no solo mi edad sino mi profesión, es algo verdaderamente emocionante, que al menos yo viví como una magnífica experiencia. Tener delante de ti el centro de la soberanía nacional, tener bajo tus pies a las personas de las que depende tu futuro, el de tu familia, el de tu vecino, el de tu país? Es algo que vale la pena experimentar.

Sin embargo, esta primera vez acabó, no en lágrimas, sino en cierta decepción. Se votaba, por primera vez, pues ha habido otra posterior, la paralización del calendario de implantación de la LOMCE y su derogación. Algo absolutamente ilógico, y esto no es demagogia política, sino la cruda realidad.

Los señores de la izquierda votaban, mayoritariamente, en contra de una ley, queriendo quitarla sin tan siquiera saber lo que querían hacer con la Educación española. ¿Volver a la LOGSE? "No - era su respuesta - crear una nueva". ¿Alguien puede explicarse o puede llegar a comprender, cómo antes de sacar una nueva ley, se quita la anterior? Es algo inaudito.

Pero el problema de fondo radica en otra cuestión distinta. Y es que los que llegan como "nueva política" no tienen más que un fin en su carrera parlamentaria: derogar y acabar con todo lo que se haya aprobado antes de estar ellos sentados en los sillones del Congreso. Y a la política, señorías del cambio, no se llega para derogar, sino para mejorar y construir juntos nuevos proyectos, con ilusión, viabilidad y de una forma prudente y consensuada.

Claro que hay diferencias entre los grupos políticos, sino no habría la pluralidad de partidos que existen hoy en el Parlamento. Pero una cosa es tener diferencias ideológicas, incluso programáticas, y otra muy distinta es negarse al diálogo con el representante de otros ciudadanos, que al fin y al cabo es la definición de "político".

No quiero con esto dar a nadie lecciones de política, ni mucho menos, porque además no tengo autoridad alguna para hacerlo, pero simplemente llamo, una vez más, a la escucha y a la reflexión, al diálogo y al entendimiento. Me resisto a aceptar que todas las cartas están echadas, me resisto a pensar que ya no hay nada que hacer, me resisto a perder la fe en la POLÍTICA, con las mayúsculas que requiere la expresión más clara de la democracia. Aún hay tiempo para evitar un tercer ridículo.

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