Decía Bertold Brecht en un afortunado verso que eran "malos tiempos para la lírica". En las cabezas de los de mi quinta y similares resuena eso como canción del grupo Golpes Bajos, en otros "malos tiempos", de asesinatos frecuentes, extorsiones y secuestros. Reconozco que mi juvenil cabeza lo que entendía era "malos tiempos para la libertad", lo cual visto con alguna perspectiva tampoco es tan distinto.
¿Y cuándo no lo han sido? ¿Quién creyó eso de que el amor y la amistad son el motor de la historia? Un profesor nos ponía en el Instituto el complicado reto de encontrar algún momento de la "evolución humana" en que no haya habido conflictos, guerras, luchas fratricidas u odios extremos. Y pongo "evolución humana" entre comillas porque no tengo tan claro que sea sinónimo de progreso y de perfeccionamiento de las civilizaciones. Más bien parece evidente lo contrario, con sólo otear a grandes rasgos el horizonte que nos rodea.
Pensaba uno en estas inutilidades al hilo de los varios sucesos de estos meses pasados. Permítanme hacer un breve recuento, aún a riesgo de aumentar mi pesimismo otoñal, que no logra ni ser remontado por este largo y fingido verano septentrional.
Creo que no desacierto demasiado si digo que hace poco más o menos un año había una inmensa mayoría de ciudadanos españoles pendientes de una regeneración política y así se reflejó en las elecciones generales de diciembre, que dieron un mandato claro a los partidos a mirar al bien común, hablar, negociar y (¡ay!) también ceder. Pocos meses después la incapacidad fue manifiesta y se prefirió el lanzarse a degüello a por unas nuevas elecciones en las que hasta el que asó la manteca vio que cada uno iba a lo suyo, para quedarse en más o menos lo mismo, o peor?
Las luchas por el poder y la mirada miópica se han acrecentado en estas últimas semanas, por mucho que algunos infelices pensábamos que eso ya no era posible. El Partido Popular -siempre digo que con algunos representantes muy dignos? y además amigos-, no logra eliminar la apariencia de interesarse por ocultar todo lo malo que le ha pasado y que le pasa, en lugar de proceder con seriedad a una verdadera limpieza de arriba abajo. No me vale el argumento de que "como me siguen votando?". El patio no está para este tipo de bromas y conozco a más de cuatro que votan con la nariz tapada, más que nada por ausencia de alternativa mejor.
Pero lo de votarles, aunque sea a la contra, no les ocurre tanto a los demás, que por eso mismo ven huir de sí la poltrona y el pequeño cacho de inmortalidad que algunos deseaban para sí. En estos casos ya no hay quien tape nada, y hasta la sedicente "única autoridad competente" -perdonen el pareado, pero la risa floja no me da para más-, hasta esa pequeña "autoridad" tuvo que reivindicar solemnemente que "quien tenga capacidad de quitarle el micrófono, no se lo quite, por favor" y que "de una vez, vamos a votar a mano alzada si se vota a mano a alzada o no". No hacen falta más comentarios al dislate. Bueno, quizás tratar de enhebrar el hilo conductor de estos párrafos, haciendo ver que de nuevo el interés de unos no es el interés de otros, que no hay manera de llegar a transacciones pacíficas y que la trifulca es la nota dominante.
Por si queremos ir más allá, viajemos un poco a ultramar. En mi segunda patria tropical parecía que los odios ancestrales iban a superarse de una vez por todas. Con todas las dificultades técnicas y políticas, por supuesto. Pero con voluntad de superar matanzas y masacres, guerras y pobreza? Pues, no sólo es que ganara el no a los acuerdos de paz, sino que la inmensa mayoría de colombianos pasaron del problema. Por mucho que al Presidente Santos le hayan dado el Premio Nobel de la Paz, la paz queda todavía lejos, y mis queridos compatriotas de espíritu andan embolatados en mitad del guayabo de la incertidumbre. Otra vez las cortas miras?
Sólo nos faltaría que el primer martes después del primer lunes de noviembre de este año gane un sujeto tan predecible como Donald Trump para hacer un completo. Y una vez más, si eso pasa, será a la contra: para que no salga Hillary Clinton, a la que -como ya he dicho alguna vez en esta columna- tampoco se tiene como una gran joya entre el electorado concernido.
Por si faltara algo hasta un huracán asola la ya asolada, tantas veces y de tantas maneras, paupérrima Haití -la vieja Saint Domingue, patria de los libertos-, donde el caos lleva tiempo malgobernando la pobreza, pese a la buena voluntad que ponen en superarla algunas valientes y admiradas almas caritativas.
Y todo ello por no hablar de una vieja amiga, que también se mueve por el odio, y que hasta cuando no hablo de ella se siente aludida?
La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.
Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.
La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.
En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.