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¡Callad, callad!
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Por Moncho Campos, sacerdote

¡Callad, callad!

Actualizado 10/10/2016
Higinio Mirón

"Siento con ellas que un otoño más se renuevan mi espera y mis deseos, que se reafirma mi confianza en la bondad de esta vida"

En este seco otoño tengo mi huerto repleto de matojos y hojarasca, mohino y apagado. El verano acabó con todo el verde y está yerto. Pero de pronto me han salido en directo de la hirsuta tierra un grupito de delicadas flores que me sorprenden todos los octubres. Derraman su esplendor sin pedir nada a cambio. Me sorprende su humildad y su gozo. Sembré los bulbos hace ya muchos años ignorando su nombre y cada otoño se adueñan del jardín con su armonía y con su luz.
Si fray Juan de la Cruz al contemplar las florecillas del campo repetía: "Callad, callad: no me habléis tanto de Dios...", me atrevo yo a otrota

nto. Siento con ellas que un otoño más se renuevan mi espera y mis deseos, que se reafirma mi confianza en la bondad de esta vida, que acierto con no poder dejar de amar como he amado, que tanta ausencia me ha hecho más libre y más humano, que la gloria de estas florecillas me anima a descubrir tanto don regalado? Este ramillete me ha hecho mas desprendido y puro, más solidario y justo, me ha devuelto al fervor de mi mismo, a la pasión por el mundo imperfecto donde estoy navegando?

¡Callad, callad... no me deis tanto amor como me estáis dando...¡
Moncho Campos
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