Cuatro siglos de devoción hacia el Cristo de Hornillos

La historia de Arabayona de Mógica está irremediablemente unida a la de su cristo, el Cristo de Hornillos. El próximo 30 de octubre la localidad le honrará con una procesión a la que año tras año acuden devotos de toda la comarca. Han llegado hasta nuestros días la historia y acontecimientos que rodean a este Cristo, hallado según cuenta la tradición por un labrador que tropezó con la reja del arado con un hornillo, donde encontró la imagen del Crucificado envuelta por telas de seda verde. Presumiblemente, el hallazgo provocó una gran sorpresa entre los vecinos del municipio y alrededores, que decidieron establecer un santuario.

El Manifiesto legal histórico del Priorato Basiliano del Santísimo Cristo de Hornillos ha permitido reconstruir la historia de la imagen, recogida en 1965 por Martín Cabo Domínguez. Además, Blas Pérez Sánchez ya relató los hechos en su Reseña Histórica y Novena del Santísimo Cristo de Hornillos, del año 1880.

Un Cristo de leyenda

Según explica Martín Cabo Domínguez, la devoción por el Cristo sufrió altibajos a lo largo de la historia. Allá por 1637, el santuario se encontraba bastante abandonado, sirviendo incluso como establo. En ese año, un ganadero que conducía a sus animales lanzó una piedra para detener a una res que se escapaba y dio en el costado izquierdo de la imagen del Cristo. De la herida que le produjo salió un rayo de luz, aunque otras fuentes dicen que brotó sangre. El hecho atrajo la atención de los vecinos, que decidieron encomendar la custodia de la imagen a un monje del Colegio de PP. Basilios de Salamanca, produciéndose un auge en la devoción hacia el Cristo.

Tras estos hechos, se procedió a la construcción del actual Santuario. Al parecer, las obras sufrieron notables problemas que produjeron retrasos. Fue entonces cuando se produjo un hecho prodigioso, relatado de la siguiente manera en el manifiesto anteriormente citado: "Sucedió el prodigio de haber hallado el religioso un día que fue a descubrir la imagen de Cristo, que por el lado, no de la llaga que tiene figura de la escultura, sino por la contusión que le infirió la piedra, arrojaba sangre, manteniendo siempre tres gotas pendientes; se pusieron corporales en la parte inferior de la imagen y en ellos se registraron por algún tiempo varias gotas de sangre, que se desprendían y tinturaban los corporales. Hiciéronse averiguaciones varias y declararon los inteligentes y peritos de la Quirúrgica Arte, que era verdadera sangre".

Este suceso agilizó las obras y se finalizó el Santuario, tras lo que se procedió a construir el Priorato en el año 1735. Fue entonces cuando se produjo otro hecho que aparece recogido en los textos. Los PP. Basilios pidieron a un vecino de Riolobos ayuda para arrastrar los materiales, para lo que les cedió dos reses temidas en la zona por su gran fiereza. Sin embargo, se sometieron fácilmente al yugo durante los trabajos hasta que estos finalizaron, cuando recobraron su habitual fiereza.

La devoción hacia el Cristo se mantuvo en auge hasta 1835, cuando los PP. Basilios fueron expulsados por la supresión de las órdenes religiosas. Tras unos años de decadencia, un párroco consiguió revertir la situación y hacer crecer una devoción que llega hasta nuestros días.