Esta semana quiero hablaros de la importancia que tienen los consejos para los músicos más noveles.
Aprender a tocar un instrumento no es tarea fácil, ya hemos visto que hay que dedicar muchas horas a la práctica del instrumento y adquisición de destreza para ser un buen intérprete.
Saber cuáles son los consejos de los más grandes nos vendría muy bien cuando estamos empezando a destacar.
Pues bien, aquí os dejo algunos de los conejos que dejó escritos Robert Schumann traducidos el español y publicados por la editorial Ricordi.
La educación del oído es de máxima importancia; es conveniente, pues, que en seguida te ocupes de ella, esforzándote en reconocer cualquier sonido que escuches y la tonalidad de cada fragmento de música. Procura también saber qué sonidos producen las campanas y cada uno de los instrumentos percutidos no temperados.
Tocar con atención las escalas y los ejercicios mecánicos es algo óptimo; pero no imites a esos pianistas que, creyendo que con esto se alcanza el máximo resultado dedican siempre, hasta la más avanzada edad, varias horas diarias a los ejercicios mecánicos de los dedos. Eso equivale a repetir diariamente, con creciente rapidez, las letras del abecedario. Es necesario emplear mejor el tiempo.
Se han construido los llamados teclados mudos; pero después de un breve uso te convencerás de su inutilidad: ¿cómo pueden los mudos enseñar a hablar?
¡Lleva bien el compás! La ejecución de algunos concertistas se parece al andar de un borracho; evita tomarlos como modelo.
Profundiza cuanto antes en las leyes fundamentales de la armonía.
No te asustes de los nombres: teoría, armonía, contrapunto, etc; con un poco de voluntad, pronto te serán familiares.
¡No toques negligentemente! Ejecuta cada fragmento siempre con mucha atención, sin omitir nada.
Tocar muy deprisa es un defecto tan grande como tocar muy despacio.
Procura ejecutar lo mejor posible obras fáciles, obtendrás más beneficios que ejecutando mediocremente composiciones difíciles.
Ten siempre tu instrumento perfectamente afinado.
No basta con ejecutar la música con los dedos; hay que saber también cantarla, en voz baja, sin recurrir al instrumento.
Ejercita tu memoria para poder retener no solo la melodía de una composición, sino también su armonía.
Aunque tengas poca voz, acostúmbrate a cantar, sin la ayuda de ningún instrumento; así perfeccionarás más el oído. Pero si tienes la suerte de poseer una hermosa voz, no vaciles en educarla: ¡considérala como uno de los más preciados dones que te haya concedido Dios!
Procura llegar a comprender la música escrita, sin ejecutarla: solo leyéndola.
Cuando toques no te preocupes de quiénes te escuchan; pero sí ejecuta siempre como si te escuchara un maestro.
La primera cualidad de la interpretación es la precisión, o sea, la exacta observación del texto que pone de relieve la más recóndita intención del autor.
Si te dan para tocar un fragmento que no conoces, léelo antes de ejecutarlo.
Si después de la técnica diaria estás cansado, no continúes tocando: es mejor descansar que trabajar sin placer y sin energía.
No ejecutes las composiciones que están de moda. El tiempo es precioso, y sería necesario vivir cien veces más de lo que se vive para llegar a conocer sólo la buena música existente.
Nutriendo a los niños con golosinas no se forman hombres sanos. La nutrición del espíritu, como la del cuerpo, debe ser sencilla y sustanciosa. Los grandes maestros te han provisto abundantemente: aliméntate de sus obras.
Aquella música cuyo fin es poner en evidencia dificultades técnicas en la ejecución, pronto pasa de moda: las dificultades técnicas tienen valor sólo cuando persiguen fines más elevados, o sea, cuando logran una perfecta ejecución de la música de verdadero mérito.
No divulgues las malas composiciones, trata de impedir con todas tus fuerzas su difusión.
No toques música mala y, salvo que las circunstancias te obliguen, tampoco la escuches.
No creas que la verdadera maestría consiste solo en la agilidad. En la ejecución de un buen fragmento procura más bien producir la impresión que tenía en la mente el compositor y nada más. Cualquier otra cosa sería caricatura.
No olvides que es cosa detestable y monstruosa hacer cambios y mutilaciones en la música de los grandes compositores, como también agregar adornos de uso exclusivamente moderno. Es la máxima injuria que se puede hacer al arte.
Al seleccionar la música que debes estudiar, consulta siempre a personas con más experiencia que tú; ahorrarás tiempo.
Procura conocer paulatinamente las obras maestras de los grandes compositores.
No te dejes engañar por los aplausos que obtienen muy a menudo los llamados virtuosos. Que la aprobación de los instruidos y competentes sea para ti de mayor valor que la del público.
La música que está de moda tiene poca vida; si persistes en cultivarla, serás considerado un necio.
Tocar mucho en reuniones sociales es más doloroso que útil. Adáptate al gusto y a la inteligencia del auditorio; pero sin ejecutar ninguna música de la cual, íntimamente, puedas avergonzarte.
Con estos consejos y otros muchos Schumann intentaba dejar su impronta y su experiencia a los jóvenes músicos que querían aprender de él.
Mi consejo es que las leas como una opinión más, no como un tratado musical en sí.
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