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Pedro Sánchez se aferra al cargo pese a la dimisión de 17 miembros de la Ejecutiva
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CRISIS EN EL PSOE

Pedro Sánchez se aferra al cargo pese a la dimisión de 17 miembros de la Ejecutiva

Actualizado 28/09/2016
Redacción

El sector crítico encabezado por Carme Chacón, Ximo Puig o Emiliano García-Page trata de dinamitar el liderazgo del líder socialista

No ha hecho falta esperar al sábado. La batalla abierta en el PSOE después de que Pedro Sánchez anunciara el lunes su intención de convocar ya el 39 Congreso del partido para intentar forzar un duelo con su principal rival interna, Susana Díaz, puede resolverse en cuestión de horas. Los críticos aseguraban desde que despuntara la jornada de que disponían del consenso suficiente para frenar la maniobra del secretario general de la manera más drástica posible, la dimisión de la mitad de la ejecutiva, aunque meditaban si era la mejor solución. Finalmente, 17 miembros de la Comisión Ejecutiva Federal del partido han presentado esta tarde en Ferraz la dimisión para precipitar la disolución de este órgano y la caída de Pedro Sánchez.

Las firmas han sido entregadas en Ferraz por el secretario de Política Federal, Antonio Pradas, quien accedió a la sede del partido por el garaje. Además de la suya, el bloque de firmas lo conforman Micaela Navarro, Ximo Puig, María José Sánchez Rubio, Mari Luz Rodríguez, Estefanía Martínez Palop, Carme Chacón, José Miguel Pérez, Manuela Galiano, Noemí Cruz, Eva Matarín, Francisco Pizarro, Juan Pablo Durán, Tomás Gómez, Emiliano García-Page, María Ascensión Murillo y Carlos Pérez Anadón.

La renuncia en bloque de los miembros de la dirección contrarios a Sánchez tiene un problema que los críticos no niegan y es que es difícil que no sea entendida como un alzamiento de los barones contra un secretario general al que en su día eligieron los militantes por voto directo. Algo incluso sucio que podría acabar volviéndose en su contra si el líder socialista intenta aprovechar en un futuro su papel de mártir para concurrir, llegado el caso, en unas eventuales primarias. A estas alturas, no obstante, la división en el seno del partido es tan honda y tan visceral que todo es posible.

Esa vía -que también implica convocar un congreso, pero no necesariamente de manera inmediata- tiene, en todo caso, algunos inconvenientes más prosaicos. No hay, en este momento, una posición unánime sobre cuántos miembros de la dirección tendrían que firmar su baja para que que Sánchez caiga. Los críticos aducen que, puesto que los estatutos simplemente dicen que si las vacantes en la ejecutiva llegan a la mitad más uno de sus miembros habrá que disolverla y elegir en congreso una nueva, es suficiente con 17 de sus actuales 35 miembros (porque ya hay otras 3 vacantes sin cubrir). Los oficialistas creen que hay que hacer los cálculos sobre esos 35 ejecutivos y no sobre los 38 iniciales y que harían falta 18.

El mero hecho de que el partido esté en esas minucias es ya, eso sí, muy ilustrativo del deterioro de la situación interna. Sánchez ha contribuido a alimentar la hoguera con su decisión de retar a los críticos a un congreso ya, en lugar de aguardar a que España tenga Gobierno como se acordó hace unos meses. Lo ha hecho, y no se le escapa a nadie, porque entiende que si, en este contexto, se envuelve en la bandera del 'no' a Mariano Rajoy, tiene una oportunidad de oro para ser aclamado por las bases y neutralizar a Díaz. Pero también es cierto que el secretario general lleva meses aguantando un intento constante de moverle la silla. De hecho, el plan de hacer dimitir a la mitad de la ejecutiva ya existía antes del lunes. Y hoy Sánchez les ha respondido animando a presentar este mismo miércoles su dimisión a los miembros de la ejecutiva federal que no se sientan parte del proyecto que él encabeza: "Si no se sienten parte de este proyecto, que no esperen que haya la mitad más uno, yo en su lugar dimitiría hoy", ha manifestado, adviertiendo además de que la imagen que trasladarían sería que solo persiguen "derrocarle", en lugar de confrontar su posición política en el congreso del partido.

Los críticos tenían pensado aprovechar los malos resultados de las elecciones gallegas y vascas, ya anticipado por las encuestas, para exigirle responsabilidades. Pero el líder socialista les dio una excusa mejor para justificar su ataque al hacer un movimiento que puede interpretarse como egoísta (simple deseo de aferrarse al cargo) pero que él ha revestido de noble propósito: evitar que el PSOE cometa el peor error de su historia y se coloque en una posición de "subordinación" a la derecha al facilitar con una abstención el Gobierno del PP, como según su relato, pretenden los "otros".

'Efecto Felipe'

El siguiente hito estará en el Comité Federal que este sábado habría de votar la fecha del Congreso. Aún no está decidido si esa votación se hará a mano alzada, como es habitual, o de forma secreta. Pero los críticos también insisten en que tienen mayoría suficiente para echar por tierra el plan de Sánchez. Incluso aseguran que la intervención de Felipe González, que esta mañana ha revelado en la Ser que se siente engañado por el secretario general y que escribió un polémico artículo a favor de no bloquear el Ejecutivo del PP porque ese era el planteamiento que éste le había transmitido, ha tenido un potente efecto arrastre.

Lo que está claro es que Sánchez no se dejará arredrar por las exhibiciones de fuerza de los críticos, entre los que se cuentan todos los exsecretarios generales del PSOE (es decir, González, Joaquín Almunia, José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba) y todos los presidentes autonómicos salvo la balear Francina Armengol (es decir, Susana Díaz, Javier Fernández, Guillermo Fernández Vara, Javier Lambán, Emiliano García Page y Ximo Puig). Fuentes de su entorno aseguran que en ningún caso se plantea retirar su propuesta.

La última bala de los antisanchistas, si todo lo demás falla, será no presentar rival al 39 congreso para intentar deslegitimarlo. Sostienen que sería un proceso tramposo al que, por plazos y por contexto político, Sánchez acude con ventaja. Es una guerra sin fin.

Fuente: El Norte de Castilla

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