Profesor de Derecho Penal de la Usal
Lo que está sucediendo en España desde las elecciones del 20 de diciembre de 2015, es realmente insólito. Las fuerzas políticas resultantes del mandato popular fueron incapaces de negociar y consensuar políticas de estado para poder formar gobierno; lo que provocó la convocatoria y celebración de unas segundas elecciones generales, cuyos resultados dejaron el panorama en una situación similar y que, si nadie lo remedia, nos conducirá irremediablemente hacia unas terceras elecciones en el plazo de un año natural.
Lo que pone de manifiesto esta esperpéntica situación es la incapacidad de los líderes políticos de negociar, consensuar y pactar unas líneas maestras por las que transite la gobernabilidad de nuestro país. Una tarea que no debería ser complicada, sobre todo en un país donde la crisis económica ha generado graves desequilibrios sociales, puesto que se han incrementado notablemente las diferencias entre los que más recursos tienen y los que no, además de haber crecido escandalosamente el número de personas que se encuentran en riesgo de exclusión social y económica.
Por todo ello resulta paradójico que en casi 40 años de democracia solo haya existido ánimo de consenso y de pactos en los gobiernos de la transición, dirigidos por Adolfo Suárez, en el primero del PP con Aznar como presidente, en el último de Felipe González y en las dos legislaturas cuyos gobiernos fueron presididos por Zapatero. El resto de los gobiernos se han caracterizado por la imposición política y no por el diálogo: tres de Felipe González, uno de Aznar y el último, de Rajoy.
La causa fundamental de la incapacidad actual para que los partidos puedan consensuar la investidura del presidente del gobierno es, en mi opinión, tanto la cerrazón de una derecha ultraconservadora que insiste en que Rajoy tiene que ser, necesariamente, el próximo presidente del gobierno (a pesar de que ha sido el máximo responsable del PP cuando algunos miembros de este partido están siendo imputados por delitos relacionados con la corrupción política), como la vía intransigente y revolucionaria de muchos representantes del ala más radical de la izquierda política.
En 1943 el gran hispanista británico Gerald Brenan escribió una obra de ensayo excepcional titulada El laberinto español. Antecedentes sociales y políticos de una gran tragedia: la guerra civil. Para Brenan, la unidad política de España en los siglos XVI y XVII fue inexistente, porque bajo un mismo rey vivían media docena de reinos con sus leyes y cortes. El autor británico también comparte la idea Orteguiana de una España invertebrada que provocó una ausencia de entendimiento y tolerancia entre las distintas fracciones políticas y sociales y, en consecuencia, un enfrentamiento fratricida en la guerra civil entre esas dos Españas.
Parece que nuestro país está condenado a un fatalismo permanente fruto de esa histórica ausencia de entendimiento. No podemos seguir así, tenemos que revertir esa situación y construir, entre todos, espacios de concordia que fortalezcan los jirones de nuestra convivencia.
La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.
Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.
La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.
En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.