El otoño, como casi todos los fenómenos que ocurren en este mundo, tiene aspectos positivos y aspectos menos positivos. Positivos como el producto de abundantes frutos que son propios de este tiempo. Negativos se pueden considerar los que se refieren, por ejemplo, a la caída de la hoja.
Aparte de esos aspectos materiales, se pueden considerar otras dimensiones de carácter más moral o antropológico.
Es un poco difícil, en este momento, apelar a aspectos positivos de la historia mundial. Podríamos hablar, sin duda, en plan positivo del acuerdo entre la guerrilla y el gobierno colombiano. Igualmente se pudieran considerar como positivos los datos que hacen referencia a la aceptación de la mediación del Vaticano para tratar de llegar a un acuerdo entre el gobierno de Maduro y la oposición venezolana. También es evidentemente positivo el reciente encuentro en Asís del Papa Francisco y gran número de líderes religiosos en búsqueda de la necesaria paz para nuestro mundo.
Ojalá pudiéramos considerar como positivos los movimientos que empiezan a realizarse en España entre los partidos, e incluso los sindicatos y grupos de intelectuales. Quizá no se pueda conseguir formar un nuevo gobierno y haya que llegar a unas nuevas elecciones en diciembre. Pero parece que hay posibilidades de encontrar pasos concretos de acuerdo en determinadas materias urgentes de carácter social y económico, que podrían conseguirse en el ámbito concreto del propio Congreso de los Diputados. O la aproximación que intentan llevar adelante algunos presidentes de comunidades autónomas para solucionar determinados problemas urgentes de carácter económico y social.
No son pocos los frutos positivos que hemos conseguido poner sobre la mesa. Quizá sea mucho más fácil multiplicar los problemas y aspectos negativos de nuestro mundo, que presagian la caída de la hoja o la bajada de aspectos vitales en las relaciones entre estados y grupos políticos o de interés económico y de poder.
Quizá habría que comenzar por el tremendo fracaso de la Asamblea General de las Naciones Unidas, con graves acusaciones y malos modos en los discursos de los grandes magnates políticos en cuyas manos está el gobierno de nuestro mundo. Lo mismo podríamos decir de la cumbre convocada por Barak Obama para afrontar el tema de los refugiados e inmigrantes en los diversos escenarios de los distintos continentes: Centroamérica, sobre todo, Asia o Próximo Oriente, pero también el Extremo Oriente, y África en manera muy destacada.
Siguen los encerramientos de los inmigrantes y refugiados, sobre todo en Grecia y Turquía. Y siguen los acontecimientos de muertes abundantes en las pateras o barcos cargueros que llevan sobre ellos excesivo número de inmigrantes, incluso después de haber pagado un fuerte precio pensando que eso les ofrecería un tránsito seguro hacia países de mejor posibilidad de convivencia y de progreso económico más destacado.
Siguen los secuestros y asesinatos abundantes en países como Méjico, Venezuela o Brasil, entre otros, que nos resultan más conocidos y sobre los que hay mayor información. Podemos añadir el tráfico de personas en las zonas del nordeste africano o del sur asiático.
Ya llegamos a palabras mayores si nos referimos a la tregua frustrada, con multitud de acusaciones cruzadas entre las partes y los magnates de los Estados, en el conflicto, ya demasiado penoso, de la guerra de Siria, con el fracaso del pretendido alto el fuego. Siguen los desplazados de las zonas afectadas, los bombardeos indiscriminados, incluso sobre centros de atención médica o grupos de ONGs de asistencia a malheridos y necesitados de ayuda urgente, y sin permitir el pasillo o corredor que dé posibilidad de provisionar de alimentos imprescindibles para los cercados en las poblaciones en conflicto.
Podríamos hacer referencia a otros muchos fenómenos de declive de la vida y de la libertad, que bien pudieran equipararse a las realidades de la caída de la hoja en el mundo de la flora o del arbolado de nuestros ambientes agrarios.
Añadid los elementos positivos y negativos que podáis ver u observar en este nuevo otoño recién llegado. Pero no olvidemos que, aun teniendo que pasar quizá por un duro invierno, queda la esperanza de llegar a la grata primavera y a los frutos abundantes del verano. ¡Bienvenido, otoño!
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