BÉJAR | El valioso patrimonio de José Agero Teixidor pasará a formar parte del Museo Valeriano Salas
Estos días 'La Botica la Bola' cambia de propietario, Mª Flor Agero se jubila tras una vida dedicada al trabajo y dona a la ciudad la antigua farmacia de su padre, José Agero Teixidor, una de las cien farmacias más antiguas de España, joya que le ha sido solicitada hasta por la Real Academia de Farmacia de Madrid.
La donación contiene muebles que datan de 1780, además de una interesante colección de enseres, entre los que destaca la bola que se puede ver en el escaparte y que da nombre a la farmacia, rellena con un líquido rojo que a su propietaria le gusta llamar "sangre de dragón", aunque realmente es un polvo procedente del drago canario mezclado con agua.
Aunque la bola, hecha con un cristal como papel de fumar por una de sus partes y tan grueso que permite la talla de una estrella en la otra, se queda en la farmacia para continuar justificando su nombre, y seguir iluminando de rojo la calle en sus noches de guardia, el resto de la antigua farmacia que Mª Flor Agero ha conservado en un estado impecable, se instalará en el Museo Valeriano Salas, donde se está acondicionando un espacio para poder ser visitada por propios y extraños y de esta manera aumentar el patrimonio y los recursos culturales de la ciudad.
Entre los enseres donados, se conserva un botamen rico en frascos de vidrio y albarelos de loza y porcelana, las estanterías decoradas entre las que hay un magnífico cordialero con botellas de vidrio y copas de loza etiquetadas con las iniciales PC (Primo Comendador) y otra de las curiosidades es un 'ojo de boticario', que es un pequeño mueble lleno de cajones en el que los antiguos boticarios guardaban las materias primas más valiosas y difíciles de conseguir, que se colocaba en un lugar apartado de la rebotica, lejos de miradas y manos ajenas; también hay un curioso pildorero con una base en la que caían la píldoras y estaba siempre rellena de polvo de regaliz para que no se pegaran entre si; dos valiosas balanzas de precisión y un enorme mortero donde se hacían pomadas para las paperas y para las manchas del sol; además de un autoclave para hacer ampollas de suero fisiológico, agua destilada y aceite alcanforado, remedio que se le suministraba a las personas "para que no sufrieran cuando iban a morir".
El soplete con el que se cerraban las ampollas, un busto de Primo Comendador, fundador de la farmacia y un cuadro de Enrique Brochín pintado por los hermanos Dumont, autores de las pinturas del camarín de la Virgen del Castañar y de la restauración de las pinturas del santuario tras el hundimiento de su bóveda, han sido donadas por su propietaria a la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial de Béjar.
Historia de 'La Botica la Bola'
'La Botica la Bola' fue fundada en el siglo XVIIII por Primo Comendador y Tellez, natural de Hervás, hijo de D Crisanto y Dña Apolonia, viudo de Amalia Brochín y casado en segundas nupcias con Amalia Gil Zúñiga, que además fue uno de los fundadores de la Escuela de Peritos Industriales y Diputado en Cortes. Sin descendencia de ninguno de los dos matrimonios, le dejó la farmacia a su sobrino Enrique Brochín Comendador, primo hermano del abuelo de la actual propietaria Mª Flor Agero, sucesora de su padre, José Agero Teixidor.
En honor a Primo Comendador se conserva en Béjar el Caño Comendador, que tenía sobre él un birrete de doctor, ya desaparecido de la actual fuente.
Cuando José Agero terminó la carrera de farmacia se inició con Enrique Brochín en el arte de la farmacopea y la venta de medicamentos, en unos tiempos en los que fórmulas y principios activos se hacían en los laboratorios situados en las reboticas, allí se secaban plantas, se investigaba y se desarrollaban los remedios.
D. José Raimundo Agero
D. José Agero, como era conocido en Béjar el famoso boticario, fue un hombre emprendedor desde el inicio de su vida profesional, sus principios junto a Brochín le llevaron a comenzar su carrera haciendo ensayos para descubrir un método de obtención de lanolina con el agua sucia de las lanas que se obtenían en los lavaderos de las fábricas de la ciudad y que entonces se vertían al río.
Una vez que falleció el propietario de la Botica la Bola, Agero continuó con estas investigaciones hasta conseguir una lanolina pura y fabricarla para su aplicación en cremas, pomadas y cosméticos, fue tal su fama que le fue solicitada incluso por Helena Rubinstein y los mejores fabricantes de cosméticos de París. Su hija, la actual farmacéutica aún conserva varios tarros de cristal en los que se puede ver el proceso desde el agua negra hasta el que contiene una sustancia transparente de color similar a la miel más clara y nos cuenta emocionada que estando su padre ya enfermo, postrado en una cama durante 10 años antes de su muerte en 1972, llegaron a pedírsela desde Turquía, sin embargo, de esa carta nunca tuvo conocimiento el boticario porque ella no se vio con fuerzas para verle, cómo a su pesar, habría tenido que rechazar la oferta, sabiendo que era el único fabricante en España de tan preciado producto.
El espionaje industrial para obtener la fórmula llevó a querérsela comprar a los trabajadores de la empresa e incluso se le negó la venta de las aguas sucias del lavado de lanas, por lo que tuvo que importar esas aguas de Tarrasa, lo que le llevó a acabar cerrando la fábrica de lanolina que tenía ubicada en la Calle Colón, por el encarecimiento del producto, lo cual fue una pena, porque se privó a la ciudad de un recurso que habría diversificado la industria con la instalación de fábricas de cosméticos en la ciudad y alrededores.
No obstante, tuvo grandes satisfacciones, pues fue nombrado académico de la Real Academia de Farmacia en el año 1942 y su discurso de ingreso fue sobre la obtención de la lanolina.
José Agero siempre fue un hombre emprendedor y comprometido con su familia y con la sociedad, un hombre inquieto que realizó sus estudios de farmacia en Granada, mientras trabajaba como telegrafista. Además tuvo telares en otro edificio cercano al de la lanolina, que también le valió más de un disgusto debido a su éxito, pues apenas instalados los telares ganó una licitación para hacer mantas de abrigo y poco peso para el ejército, y le enviaron una carta que le decían "zapatero a tus zapatos" a la que él contestó dando cumplidas cuentas de su procedencia de una familia que se había dedicado a la industria textil.
Otra de sus actividades fue la de analista clínico, con un laboratorio instalado en el mismo edificio de la farmacia. Su faceta como analista también es digna de destacarse, ya que él mismo hacía las extracciones de cualquier humor que fuera preciso analizar, incluso del líquido encéfalo-raquídeo que era una extracción sumamente delicada, porque pensaba que todo el proceso debía llevarse a cabo por la misma mano. Su minuciosidad le llevaba a repetir los análisis tres veces y hallar la media para evitar errores, en un proceso que firmaba con su propia mano y que salvó muchas vidas por su rapidez en avisar a los médicos en cuanto detectaba cualquier anomalía de importancia.
Un hombre emprendedor que trabajó por su ciudad y por la gente de Béjar y su comarca, generoso con los que no tenían medios económicos y que hoy estaría orgulloso de ver que su farmacia formará parte del patrimonio cultural e histórico de la ciudad.
Mª Flor Agero
Comenzó a estudiar 'Selectivo de Farmacia en Granada', a regañadientes porque a ella lo que le gustaban era haber estudiado Filosofía y Letras, para luego especializarse en pintura en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, vocación que le venía de su madre que era pintora.
Sin embargo, como su hermano mayor estaba a punto de terminar la carrera de Derecho, ella marchó para poder continuar con la farmacia y así mantener el patrimonio familiar. Durante un primer año de gran dedicación a los estudios, un suspenso en Química General, que siempre ha creído inmerecido, la hizo abandonar la carrera y a estudiar Auxiliar de Farmacia en Salamanca para después comenzar a trabajar con su padre, de quien asegura que aprendió gran parte de lo que luego ha marcado su vida profesional.
En esos momentos José Luis Agero, su hermano, ya había terminado Derecho y estaba pensando opositar para Diplomático, al ver disgustado a su padre por el abandono de la carrera de su hermana, le propuso que él estudiaría la carrera de farmacia pues le llevaría los mismos cinco años que en prepararse las oposiciones.
Llegada la Navidad del Año 64, cuando José Luis Agero ya iba a entrar en 4º Curso y a la vez era también Teniente de Infantería en Granada, sufrió un accidente de tráfico en Jaén, volviendo a Béjar y murió el día de Nochebuena.
A raíz de eso, Mª Flor Agero retomó los estudios de farmacia, y ha sido la cara amable y visible que todo el mundo conoce y aprecia en la 'Botica la Bola' y que agradece a Ángel García Miña que acabara por convencerla para retomar sus estudios de Farmacia, después de haber dicho que no muchas veces a su padre y a los médicos de entonces que trataban de convencerla cada vez que se cruzaban con ella por las calles de Béjar.