¡Extraño mundo este del toro!? Como la muerte lo preside, a veces horripila y a veces emana de él una aleccionadora trascencencia. Nunca se podrá encontrar en otro festejo un tema de honda meditación. En el toreo, sí? (Wenceslao Fernandez Florez)
Desde hace muchos años, el espectáculo de los toros es objeto de una especial curiosidad por parte de gentes extranjeras, que antes sin duda alguna, por su confusa idea de lo que la Fiesta representa, la consideraban incivilizada y "salvaje". Sin embargo cada vez son más aquellos que hoy se acercan a las plazas de toros, ocupando muchas de las localidades en los tendidos. Y cada vez son más aquellos que comprenden, que la Fiesta forma parte de la cultura, la historia, la tradición, la raíces y la idiosincrasia de los pueblos de esta España, en la que muchos de sus hijos, presumen de ciudadanos ecologistas, con el fin de tapar y disimular hipócritamente sus vergüenzas enarbolando la bandera de antitaurino, sin saber tan siquiera, de que va la "copla".
Tratar de persuadir a un señor de otra nacionalidad, de que el toreo no es una cacería ni tampoco una lucha por la fuerza, ya que esto es imposible, sino un juego bellísimo, de colorido y sugestivas arrogancias, donde la inteligencia del hombre va, poco a poco venciendo la fuerza del astado hasta dominarle por completo y hacerle rodar a sus pies de una estocada bravamente puesta. Fomentar el espíritu de un ciudadano irlandés, belga, o danes, etcétera, no es, ni ha sido tarea fácil, pero, al contrario que en otras épocas del toreo hoy se exhiben en los tendidos, todo un mestizaje, donde quizá, el asiático sea el aficionado más entusiasta del arte del toreo, Y, aunque muchas veces el resultado es otro, y la decepción se apodera de ellos, bien podemos decir que se van obteniendo positivos resultados.
Lo que si creo; es que los toros hay que ofrecérselos a los extranjeros con toda su dureza, y el riesgo que son característicos del viril espectáculo. Es una fiesta toda hecha de emociones y peligrosas audacias, a la que no le van los lamentos sentimentaloides. Todo lo que se haga por humanizar el espectáculo no será otra cosa que castrarlo. El espectáculo solo se humaniza cuando un torero con inteligencia sortea el riesgo de manera "fácil", y hace de un toro bravo o de un manso cuajado de peligros un cordero sumiso y obediente al dictado de su sabia muleta. Ofrezcamos nuestra Fiesta con toda su grandeza (si es que, de verdad le queda todavía), sin quitarle la más pequeña cosa que la rebaje y la reduzca a una función blanca y circense. Porque: A eso iremos, si la razón no logra imponerse.-
Fermín González.- Salamancartvaldia.es (blog taurinerías)
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