Don Quijote: un viaje ilustrado

Ayer, 19 de septiembre, tuve el privilegio de recorrer, antes del acto inaugural, la magnífica exposición, Don Quijote: un viaje ilustrado, con la que el Ayuntamiento de Ávila se suma a la celebración del 400 aniversario de la muerte de Cervantes. Y lo hice de la mano del comisario de la misma, Luis Carnicero, quien lleva, desde su niñez, construyendo este tesoro conformado por 40 Quijotes ilustrados de reconocido valor bibliográfico, tal vez los más relevantes.

Desde que entras en la sala de exposiciones 'José Hierro' del Episcopio, recinto que alberga la exposición, se percibe la cuidada colocación de cada ejemplar, que se asemeja a las alas de pájaros que quieren emprender el vuelo, ansiosas por volverse universales, trascendiendo lo local. Esto es posible gracias a la acertada organización del Ayuntamiento de Ávila a través de su Teniente-alcalde de Cultura, Sonsoles Sánchez-Reyes, quien comenta que "Han sido muchos los artistas plásticos procedentes de todos los rincones del mundo que, en estos cuatro siglos, han recreado estampas de la inmortal novela cervantina, en algunos casos legándonos verdaderas obras maestras". A lo que añade "que esta exposición camina por la historia de Don Quijote y habita los libros en los que se ha visto reflejado a lo largo de su andadura, y que hoy, en Ávila, podemos disfrutar reunidos en esta singular muestra".

Interesante se nos hace un comentario del poeta Luis Carnicero: "Acaso el mejor homenaje que se le pueda hacer a quien no tuvo retrato, en este IV Centenario de su muerte, sea mostrar la iconografía, la riqueza de estampas de su alter ego, Alonso Quijano, que es la más amplia y rica que jamás haya tenido un personaje de ficción". Puesto que Cervantes, en el prólogo a Novelas ejemplares, ironizó con que no pudo dar a la estampa su retrato porque un amigo suyo no le hizo el grabado: "Pues ya esta ocasión se pasó y yo he quedado en blanco y sin figura, será conveniente valerme de mi pico".

Si pasáis por Ávila, no dejéis de visitar esta valiosa exposición, donde "el visitante podrá ver, entre otras, las primeras estampas sueltas de 1657; la primera edición ilustrada, en español, de 1662, hecha en Holanda y la 1ª impresa en España de 1674 con dibujos de Diego de Obregón, o la también española de 1735 y la inglesa, la primera de lujo, de 1738. Podrá recorrer las más bellas ediciones ilustradas francesas llegando al apreciadísimo Quijote de nuestra Academia de la Lengua, de 1780, incluyendo también la de Doré de 1859, la del renovador Urrabieta Vierge, hecha en Londres en 1901, la de trazos impresionistas de Ricardo Marín, para llegar a la que se considera cumbre del grabado que es la Teodoro Miciano de 1953, a la de Dalí hecha en Nueva York en 1957, a la de Schlotter, epígono de la Bauhaus, de 1979, y a las más recientes de Saura y de otros entre las que se resaltan las de Aguilar Moré y la de José Manuel Chamorro".

Recomendable y deleitable resulta esta muestra, con ediciones que os permitirán recorrer por la historia del arte a través del Quijote. Interesante es ver cómo la forma explota de lo formal hasta ir desfigurándose. Te asombras al observar imágenes desarboladas como las de las ediciones francesas u otras con posturas más elegantes románticas de las inglesas; o cómo van apareciendo elementos de la naturaleza. Y de pronto te encuentras con unas ilustraciones de Dalí o de Antonio Saura con su estilo rompedor. La historia del arte está en el Quijote. Todo un lujo.

Jaqueline Alencar