Asamblea en Marcha

Por fin llega la celebración formal de la Asamblea Diocesana de Salamanca. Serán nueve jornadas que abarcan desde el día 15 de septiembre al uno de octubre. Las sesiones se celebran los jueves y viernes de siete a diez de la tarde, y los sábados de 10,30 a 18 horas.

La Asamblea ha venido precedida de una reflexión de dos años, distribuida en tres etapas de algún modo programáticas: "Es tiempo de enamorarse de nuevo" (de Jesucristo, por supuesto); "Es tiempo de soñar" cómo nos imaginamos y quisiéramos que sea nuestra Iglesia del futuro; y "Es tiempo de construir" la nueva Iglesia que queremos.

En las sesiones de las seis jornadas finales que estamos celebrando, esas reflexiones serán tenidas en cuenta y nos servirán de pistas de reflexión y de fijación de nuevos planes de futuro. La responsabilidad es importante y la ilusión no nos falta. Contamos para ello con la gracia y la ayuda del Espíritu Santo y de nuestra madre la Virgen de la Vega.

Ella estará también presente en la jornada final o de clausura, que tendrá lugar el próximo 8 de octubre en el Santuario de la Peña de Francia, donde tendremos también una jornada diocesana del Jubileo de la Misericordia, próximo ya a clausurarse el Año de la Misericordia el día 20 de noviembre, último domingo del año litúrgico y fiesta de Cristo Rey.

Los participantes por derecho en la Asamblea Diocesana somos 230 personas, entre las cuales, además del obispo y sus vicarios, se comprenden aproximadamente un tercio de sacerdotes, un buen número de religiosos y religiosas, y el resto de seglares, representantes de los grupos previos que han trabajado en los dos años pasados, así como de las parroquias, los arciprestazgos y las asociaciones religiosas de laicos.

La Asamblea no es, desde luego, un concilio, ni siquiera un sínodo diocesano, que gozan de una especial autoridad y capacidad legislativa o de emanación de normas obligatorias para toda la diócesis. Pero una asamblea eclesial se aproxima a la autoridad y, sobre todo, a la forma de proceder del sínodo y, aunque no tenga la misma autoridad, marca las líneas de orientación y de actuación que se imponen moralmente a todos los miembros de la Iglesia diocesana.

Junto a las reflexiones, entre las que se destacarán las más coincidentes, se encuentran igualmente las orientaciones y las líneas de actuación que, con la aprobación expresa del obispo diocesano, pueden llegar a ser vinculantes y obligatorias para todos.

En los días próximos, del 17 al 20, coincide también una expresión religiosa ya de larga tradición: La Marcha Teresiana, que hace el número 36, pues comenzaba en el año 1981, víspera del cuarto centenario de la muerte de Santa Teresa. Se pretende revivir los sentimientos de la santa Madre en su último viaje de cien kilómetros entre las villas de Medina del Campo y Alba de Tormes, donde llegó el día 20 de septiembre, víspera de San Mateo, y donde fallecería a los pocos días, concretamente el 4 de octubre.

Solemos asistir a esta marcha más de cien personas, normalmente de la comarca de Alba y Medina y de los pueblos por los que pasa la misma marcha, pero también acuden devotos de Andalucía, de Cataluña, de Madrid o del país Vasco. Y un buen número de gente joven y buscadora. Son unos días de caminar tranquilo (unos 25 km. diarios), de oración abundante sobre temas teresianos, y de reflexionar, convivir y compartir las propias experiencias y expectativas.

Ciertamente el espíritu teresiano nos marca, y profundizamos cada año en algún tema de actualidad en la pastoral en la Iglesia. Este año el lema es "Porque es eterna su misericordia", que hace presente la temática del Jubileo de la Misericordia, al que nos ha convocado el Papa Francisco. Teresa fue una privilegiada experimentadora de la misericordia de Dios, que la purificó de su pecados y limitaciones, y la colmó de su gracia, de vivencia mística, de magisterio doctrinal admirable (es la primera doctora de la Iglesia proclamada oficialmente como tal por Pablo VI en 1970), y de santidad, por supuesto.

Esperamos que la Santa Madre Teresa nos acompañe y auxilie, tanto en la Marcha física y espiritual de Medina a Alba como, sobre todo, en la marcha de la Asamblea y en la puesta en práctica de sus conclusiones.