Lo cierto es que hoy habrá un Juan del Álamo feliz y pleno que tampoco expresará su alegría en demasiada fiesta, demasiada celebración o demasiado tomate
MARCO A. HIERRO
Venía como el local, el pobre, el patito feo al que invitan a una fiesta por ser el charro que más vestía el cartel de las figuras que se aderezaba con la corrida de Garcigrande. Ese Morante de legendario recuerdo anclado en aquel 14 de septiembre de 2005; ese Juli intratable que ha abierto más veces que nadie la puerta grande de La Glorieta. Y ese chavalín que nació en este ruedo firmando un indulto y su mayor triunfo del año mientras los otros se iban andando.
Era el patito feo, el que siempre tiene que justificar su presencia, el que busca y busca sin denuedo, el que demuestra y demuestra porque no se contrata a crédito ni tiene chance para fallar. Aunque tenga más orejas cortadas en Madrid que los dos compañeros de cartel que hoy paseaban una peluda en Salamanca. Ces't la vie.
Lo cierto es que hoy habrá un Juan del Álamo feliz y pleno que tampoco expresará su alegría en demasiada fiesta, demasiada celebración o demasiado tomate. Mañana será para él día de escuela, y debe acudir sin falta porque no tiene derecho a fallar. Es lo que ocurre con la clase media que aún no ha visto cómo se alineaban los planetas. Otros con menos van al baile, pero Juan, charro recio y enjuto, acostumbrado al frío y a los días de labor, no le avala más que su honestidad. Porque sus triunfos, que los hay, se olvidan más fácilmente que los de otros. Mala broma es?
Pero hoy se encontró con 'Higuero', y fue su toro en su plaza. Hoy, cuando la calidad de los Garcigrandes venía para ver a Morante mecer percales y para que ganase Juli en el río revuelto de la complicada movilidad, se fue en hombros el patito feo y el sexto vivo por el sitio donde salió. Cosas grandes que tiene el toreo. Y eso a Juan ya no se lo quita nadie?