Diariamente vemos como miles de trabajadores son expulsados del mercado laboral con despidos o regulaciones de empleo, tanto individuales como colectivas. Dentro de nuestro entorno, es fácil encontrar amigos y familiares que viven o han vivido situaciones extremas sobre este problema. Afrontar un despido es complicado, no sólo para la persona que lo padece sino también para sus familiares. Aunque depende mucho de las circunstancias personales de cada persona, es evidente que la falta de esperanza para encontrar un nuevo trabajo, en un mercado laboral incierto y complicado, produce un clima de tensión, angustia y falta de autoestima que, en la mayoría de los casos, provoca consecuencias muy graves sobre el bienestar psicológico de las personas al no aceptar ni comprender su nueva situación.
Si bien la normativa laboral no hace referencia sobre el daño psicológico producido al trabajador por la forma en que se vive un despido, eso no debe impedir para que las empresas aborden este problema con respeto y transparencia a la hora de afrontar y comunicar los despidos. Digo esto porque muchas empresas no son claras en este sentido y juegan con los tiempos de espera y las incertidumbres hasta minar la moral de los trabajadores. Parece que no importa el tiempo y la lealtad del trabajador a la empresa, al final es tratado como un número maltratando su dignidad.
Digo esto a raíz de los procesos que está viviendo al sector financiero con aplicación de ERES y despido de miles de trabajadores. Aunque este sector, en general, indemniza mejor a sus empleados que el resto de sectores, los efectos traumáticos son los mismos, y me refiero al ambiente irrespirable que se está produciendo en las oficinas de la Antigua Caja Duero y Caja España, hoy Banco CEISS. El acuerdo firmado por todos los sindicatos no ha rebajado incertidumbre. Si bien es cierto que el acuerdo (no quedaba más remedio que firmar) dice que no se producirán despidos "forzosos", no es menos cierto que al final queda en "te vas o te echan" y para ello hay varias modalidades. Aunque se han rebajado despidos, algunos saldrán de colectivos de mayor edad y se verán forzados a tomar la decisión de: "o te acoges o te echo"; otros trabajadores se arriesgarán a la aventura de la oferta de recolocación del Grupo de empresas de Unicaja que está sin definir su destino, puede ser Ronda, Málaga o Madrid, pues una vez apuntados es la empresa la que elige y el trabajador decide, pero "te acoges o te echo"; otros 58 puestos de trabajo en la zona NO Core pasarán a Unicaja Banco, siempre que se formalice la compra, el trabajador seguirá arriesgando "o te acoges o te echo" y nos quedan 145 plazas para bajas voluntarias, ofrecen algo más de indemnización y también "te acoges o te echo" o pierdes la mejora de indemnización. Tomar la decisión correcta es difícil y más cuando se hace con la presión de la rapidez y la falta de claridad de algunas ofertas, elegir lo correcto es una decisión muy personal y estresante. Son muchos los sentimientos que se mezclan, supone dejar atrás la seguridad económica y seguir manteniendo familias o hipotecas. Situación complicada.
Es injusto que muchos altos cargos de las Cajas, que por su incompetencia y mala gestión sostenida durante años, con retribuciones escandalosas, hoy estén negociando el despido de trabajadores que no ha tenido nada ver en esta crisis y es inmoral que algunos banqueros y altos cargos se sigan enriqueciendo con beneficios que luego depositan en paraísos fiscales. Es muy difícil explicarlo en términos de racionalidad y ética cuando se le ha entregado más de 10.000 millones de dinero público.
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