Me imagino la estampa: 25 de diciembre de 2016 en Salamanca, 8,30 de la mañana. Las calles vacías, hace mucho frío y ha nevado durante la noche. Es una perfecta estampa navideña, que me recuerda a las que relata Dickens. ¿Quién va a estar en la calle? Las familias han terminado tarde su velada de Nochebuena y duermen plácidamente, no se oye ni un ruido fuera. Excepto algunas, muy pocas personas, ¿qué harán a estas horas? Pero claro, me doy cuenta, lo había olvidado, como es tan raro: hoy, 25 de diciembre de 2016, se celebran elecciones generales en España, todo un acontecimiento. Nunca había ocurrido, voy a ser testigo de un acontecimiento histórico: ¡votar en Navidad! Los periódicos más prestigiosos del mundo se han hecho eco: "España votará el día de Navidad, nunca ha sucedido". Vamos a hacer historia. Claro, los pocos viandantes caminan a sus colegios electorales, que están a punto de abrir las puertas. Serán los presidentes y vocales de mesa, los interventores de los partidos y algún descolgado. Me los imagino al llegar a su colegio soltando tacos: "¡Pero a quién se le ocurre, el día de Navidad, en la cena no han hecho más que cachondearse de mí!". Se abren poco después las urnas y no acude nadie.
Cuando ayer por la tarde me enteré de que la presidenta del Congreso daba a conocer la fecha de la investidura de Rajoy, algunos periodistas aventuraron que, si no salía la cosa, tal vez la fecha de las elecciones sería ¡el 25 de diciembre! Descacharrante, esperpéntico, carpetovetónico, la leche. Incluso alguno aventuró que la fecha se había estudiado a toda conciencia para presionar a los partidos que han anunciado el no y tal vez, ante semejante ridículo, se abstuvieran. Me quedé estupefacta, me dije a mí misma: ¿pero dónde vivo, en qué época, con qué clase dirigente?
Es una metáfora perfecta del momento que vivimos. Acaso nos la merezcamos, nos la hayamos ganado a pulso, pero enseguida me digo que no. Que ni yo ni ustedes que me leen tenemos culpa alguna de semejante desaguisado. Porque las cosas podrían, deberían ser distintas. Pero quienes las pueden materializar es el conjunto de políticos que integran la clase dirigente española, mediocre, incapaz de levantar la voz ni la vista a su señorito que los ha colocado en las listas electorales. Si tal cosa, o parecida, sucediera, que no nos acusen a quienes solo contamos para depositar una papeleta cada cuatro años o mucho menos, como ahora mismo. Ellos son los responsables, y el pueblo español, la víctima.
Vuelve la pesadilla: 25 de diciembre fum fum fum. Se oyen en la radio villancicos, nos levantamos tarde y comentamos la buena cena que mamá preparó anoche: ¡cada día preparas mejor la carne asada! Charlamos del pasado, cuando vivían los abuelos, otros tiempos porque el día de Navidad es propicio para la melancolía y el recuerdo. Hasta que salta uno y dice: pero hoy va a ser diferente, saldremos a tomarnos un aperitivo, como siempre, y por primera vez iremos a votar. ¿No os dais cuenta de que se lo contaremos a nuestros nietos dentro de 25 años? Nos miramos a la cara y nos echamos a reír.
Marta FERREIRA
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