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Casino Obrero, fiel reflejo de 134 años de la sociedad bejarana
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DINAMIZACIÓN SOCIAL Y CULTURAL

Casino Obrero, fiel reflejo de 134 años de la sociedad bejarana

Actualizado 15/08/2016
Ana Vicente

BÉJAR | La legendaria institución de la ciudad textil corre el riesgo de desaparecer por la avanzada edad de sus socios y los costes de funcionamiento

En 1881 Juan García Nieto, tío del cronista bejarano Juan Muñoz, el filósofo Nicomedes Martín Mateos y el escritor y activista republicano, Luis Caballero Noguerol, fundan el Círculo Obrero, que se inaugura el seis de enero de 1882 en la calle Pardiñas número 42, frente a la Torre de San Gil.

El Casino de Béjar ya estaba en funcionamiento desde 1849 con 40 socios y la entonces cuantiosa cuota de inscripción de 400 reales estaba lejos del alcance de la mayoría de los bejaranos. Bajo el lema " Instrucción, Moralidad y Recreo" se crea este Círculo Obrero que arranca con fuerza en una época de gran actividad industrial y cuando la ciudad contaba con un importante número de moradores. El Círculo se convierte rápidamente en referente para muchos lugares de España, por concentrar actividades dirigidas a los trabajadores, ofertando algo que no existía en ese momento, ni siquiera como concepto, ocio y cultura.

En la Junta General de nueve de agosto de 1897 se cambia el nombre por el de Casino de Obrero y más tarde se traslada a los locales que después fueron ocupados por el Salón de las Cuatro Estaciones, en la Puerta de la Villa, desde allí paso a la llamada Casa de Calahorra y en 1895 se instala en el inmueble actual de la calle Reinoso número dos, antes llamada calle de las Isabeles, precisamente en el edificio que sirvió de convento a esta orden religiosa y que alberga en todas sus plantas, galerías con columnas adornadas con capiteles del famoso escultor Mateo Hernández.

En el funcionamiento del Casino Obrero, desde el principio, la base fundamental han sido y son los socios, que lo mantienen vivo hasta nuestros días con una cuota actual de 8,50 ? al mes, y sin apenas subvenciones. Su presidente Ramón Hernández Garrido, explica que esta institución es un fiel reflejo de la sociedad bejarana y así como en sus inicios la alegría y vistosidad de la abundancia de trabajo y la actividad frenética de las fábricas, se hacía notar en el ambiente de toda ciudad, ahora la tristeza del envejecimiento de la población y el paro también está haciendo mella en el Casino, que pasa por momentos delicados.

Gastos e ingresos

Uno de los gastos más significativos del Ateneo Cultural es precisamente el alquiler del edificio, que asciende a 2.000 ? al mes, a lo que se añade una cláusula de mantenimiento acordada entre los propietarios y una Junta Directiva anterior, que está suponiendo un ahogo para la institución. Este contrato que toca renegociarse a final de año puede suponer un antes y un después, según cuenta el Presidente, porque es muy difícil llegar a acuerdos con los propietarios, pues están constituidos en Comunidad de Bienes, con muchos miembros, pero lo que asegura es que si no se llega a un acuerdo de una renta menor o incluso de una venta por una cantidad que permita a la institución pedir un crédito hipotecario a un Banco, se verán obligados a trasladar el Casino para agotar cualquier posibilidad antes de llegar al cierre.

En la actualidad, los ingresos del Casino Obrero se obtienen de la cuota de los 770 socios, 1.000 ? anuales que reciben de subvención del Ayuntamiento, 20 ? que aportan muchos comerciantes y pequeñas empresas por aparecer en un cartel en los eventos del Ateneo Cultural y la pequeña renta que se obtiene de la cafetería. Con eso a duras penas se cubren los gastos corrientes y los del único empleado que tiene la institución.

Todas estas circunstancias, según manifiesta Ramón Hernández, obligan a tomar decisiones muy drásticas para que el Casino no desaparezca y añade que para ello se va a poner en marcha un cambio en sus estructuras organizativas, tomando medidas como la citada anteriormente de renegociar el alquiler del inmueble o modificar los estatutos para que haya varios tipos de socios, como socio joven, o socios para empresas, "no se apuntan socios nuevos y los mayores van falleciendo estamos tratando de incentivar a la gente joven y a quienes acuden a nuestras actividades"

Hernández en su vida profesional ha ocupado diversos cargos políticos en el seno del Partido Socialista, lo que le ha llevado a tener contactos con directores y presidentes de instituciones, grandes empresas y obras sociales, con los que se iniciaron conversaciones para pedirles ayuda, en este sentido se lamenta de que la situación de crisis y la actual incertidumbre política las haya dejado paralizadas y espera que cuando estas circunstancias cambien, se puedan retomar y así junto a las otras medidas, conseguir que el Casino no desaparezca.

Intensa actividad en sus instalaciones

Pese a todo, esta centenaria institución bejarana desarrolla una intensa actividad, simultaneando, en ocasiones, en varias zonas del edificio, exposiciones, conferencias, campeonatos, conciertos y servicio de cafetería además de una biblioteca que cuenta con más de 7000 volúmenes y prensa diaria. Aplicando políticas de apertura cuando se detectan necesidades de colectivos sociales, como la iniciativa de este verano de abrir la Sala Girbal a estudiantes que preparan sus exámenes, ante la reducción de horarios de las bibliotecas municipales y el cierre de los centros educativos.

Aunque durante el periodo estival la actividad se reduce ya se están preparando conciertos novedosos, como uno de rock y otro con la orquesta Big Band, y el renombrado concurso literario que va por su 49 edición, en el que cada vez participan más autores noveles, algunos de ellos convertidos con el tiempo en escritores de primer nivel, y que el pasado año recibió más de 170 trabajos de toda España e incluso de Hispanoamérica.

Era costumbre en Béjar que las familias con hijos, cuando éstos cumplían los 18 años, se les hiciera socios del Casino Obrero, así la institución aseguraba su futuro, hoy en día se ha perdido este hábito y con ello llega el peligro de la pérdida de una institución centenaria o cuanto menos, verse abocada al abandono de su emblemático e histórico edificio.

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