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De Castilla a Extremadura a través de La Garganta
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grupo de teatro lazarillo de tormes

De Castilla a Extremadura a través de La Garganta

Actualizado 07/08/2016
Redacción

Representación 126 de 'Teresa, la jardinera de la luz'

Este pueblo que durante mucho tiempo fue una aldea del Ducado de Béjar, ha formado parte también de distintos territorios, dada su especial ubicación. En un principio estuvo adscrito a tierras de Salamanca, pero en el siglo XIX con la nueva reestructuración provincial, pasó a ser parte definitivamente de la provincia de Cáceres. Su entorno natural y un "modus vivendi" tremendamente tradicional y autóctono, le ha dotado de una personalidad muy propia, distinta, que mira hacia adentro y parece no haber avanzado por el túnel del tiempo que nos conduce irremediablemente a un progreso, sin sentido en muchas ocasiones, pues inhibe lo más auténtico y esencial de nuestras vidas.

Los "paporros", curioso gentilicio de las gentes de La Garganta conservan desde tiempo inmemorial una serie de tradiciones que parecen anacrónicas, y que sin embargo no son, como en el caso de otras localidades, un reclamo para que turistas o cualquier foráneo se sienta atraído por sus curiosidades y se acerquen a la localidad invadiéndola con otros ruidos que parecen no pertenecer a lugar tan pintoresco. Las gentes de La Garganta se han acomodado a la belleza y recursos de la zona que habitan, y viven como todas las generaciones precedentes, de sus ganados que de forma trashumante pasan de las dehesas extremeñas, a los agostaderos de la sierra, según la época del año.

Rutas y sendas, caminos llenos de hermosura y dificultades conducen a esta localidad. Por uno de ellos, procedentes de tierras charras, llegaron a esta frontera extremeña, los componentes del grupo de teatro Lazarillo de Tormes, para presentar a los habitantes de tan singular pueblo, su conocida obra "Teresa, la jardinera de la luz". Seguramente la carmelita del XVI hubiera estado encantada de pasar por estos parajes, donde vería claramente la mano sabia y delicada de un Supremo Hacedor que tantas maravillas le regalaba. Con varias de sus hermanas carmelitas, y sus mulas, conocerían a estas acogedoras gentes, la frescura del agua de sus ríos o manantiales, la sencillez de sus comidas a base de patatas, tocino, carne de cabritillo o leche frita. Entrarían en su iglesia de La Asunción, recién acabada pocos años antes del tiempo de nuestra monja, y escucharían fascinadas cómo dos pastores encontraron en un castañar próximo, la imagen de la Virgen que desde entonces lleva el nombre de este lugar donde apareció. Castaños que fueron fuente de riqueza y alimento y una imagen de María que les reúne en una devoción y orgullo que todavía conservan, cuando cada mes de mayo se acercan a caballo y en romería a festejar a Nuestra Señora del Castañar. Todo esto conocería Teresa, y todo esto sigue igual.

Así mismo ella les contaría los avatares de su existencia, de la misma manera sencilla, breve y cargada de emoción en que lo hace esta obra de Teatro. "Teresa, la jardinera de la luz", en esta calurosa tarde de primeros de agosto, festividad del Salvador, como sentía nuestra monja a Jesús de Nazaret, da a conocer a una mujer que como la vida en este pueblo ha adquirido dimensiones universales y extemporáneas por mantenerse apuntaladas a lo largo del tiempo como todo lo que encierra una verdad inamovible. Saber adaptarse y valorar en su justa medida lo primordial de la existencia, y luchar contra los elementos adversos sin intención de destruirlos, son el denominador común de La Garganta y Teresa de Jesús.

Tanto es así que a pesar del mundo adverso que la rodeaba, donde los varones eran poderosos y las mujeres invisibles, logró hacerse oír gracias a su natural inteligencia e intuición, rebeldía y compromiso; pero sobre todo por su toma de conciencia de que en este mundo cabemos todos porque ella creía en un amor grande que nos trasciende, el de un Dios hecho Hombre que vino a reconciliarnos con nosotros mismos. Hace tiempo que en este precioso pueblo de la Garganta, se descubrió el llamado "Corral de los Lobos", con el que los habitantes de la zona se defendían de tan temido animal. Sin embargo han procurado convivir con él en perfecto equilibrio ecológico. De ello da buena muestra el Museo del lobo, que como cualquier Centro de interpretación de la Naturaleza, intenta explicar nuestra vida adaptada a su entorno. No deja de ser curioso el hecho de que este museo se encuentre en la antigua casa del cura. Teresa también sufrió las continuas agresiones de muchos hombres de cualquier posición, religiosos incluidos, que no estaban dispuestos a consentir que un ser de segundo orden, como lo era una mujer, reivindicara capacidades idénticas a ellos. En este universo que a todos nos ha sido dado a todos nos pertenece por igual. Esta verdad irrefutable llevó a esta mujer a defender los más básicos principios de vida, ante lo que en muchas ocasiones parecía ser una enconada manada de lobos aullando por su prevalencia.

Cuando desde la esbelta Torre del reloj se oyen las ocho campanadas de esta tarde del 6 de agosto del 2016, un grupo de hermanas carmelitas entra en la iglesia de La Asunción cantando al ritmo de las notas de un órgano que toca un maestro ciego. Un oscuro hombre en hábito negro, subido a un púlpito, las espera nervioso. Como en el Pozo de Nieve, recurso antiquísimo para suministrar de agua y hielo todo el año a los habitantes de la zona, estos actores consiguen congelar el tiempo. Nos introducen rápidamente en la atmósfera del siglo XVI, y nos van dibujando una mujer cotidiana, alegre niña, coqueta adolescente, cercana en sus conventos y de mente y espíritu privilegiados, que con humildad y lucidez, supo proveer a todos de un agua perpetua. Esta obra de teatro parece beber también de la energía de los altares en los que se representa, pues como nos recuerda su productor, en ellos hay una fuerza compartida donde se aúna la vida de todos los que por allí han pasado. El señor de Prado partió de estas premisas y solicitó a Denis Rafter la elaboración de un guión, que sin ser extenso, pudiera dar a conocer la faceta más profunda de un personaje que antes que monja fue mujer. Una mujer instruida para el momento que le tocó vivir, y que fue una herramienta que puso al servicio de sus congéneres. Fue sencilla en la relación con sus hermanas, divertida y severa a la vez. Dedicó las más bellas palabras de amor a quien más amaba, Jesús, el mismo Hijo de Dios.

Oír sus poesías en boca de las actrices de Lazarillo de Tormes, nos acerca al mundo, a la vez que nos eleva a lo sublime. Tuvo palabras para todos, incluso correspondencia con Felipe II. Y a través de sus libros hemos viajado con ella por esos caminos de nuestra geografía, mientras fundaba conventos, que acogieran a cualquier mujer oprimida o simplemente deseosa de ser ella misma, y elegir un futuro no marcado por su condición femenina. Las pautas que la madre va dando en sus escritos, nos dan idea de la dimensión de una Teresa que antes de ser santa, fue mujer y "mucha mujer", pues con su prodigiosa garganta supo tragar lo irremediable y callar su condición de privilegiada, a la vez que elevaba su voz para lanzar un mensaje de misericordia infinita para todos. Los habitantes de La Garganta recordarán siempre con total complicidad, el eco de sus versos:

"¿Ves la gloria del mundo?

Es gloria vana.

Nada tiene de estable,

Todo se pasa".

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