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Representación de ‘Teresa, la jardinera de la luz’ en Fuentelapeña
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en santa maría de los caballeros

Representación de ‘Teresa, la jardinera de la luz’ en Fuentelapeña

Actualizado 01/08/2016
Redacción

A cargo del grupo de teatro Lazarillo de Tormes

Un qanat es una antigua estructura de ingeniería, ideada hace miles de años para abducir el agua subterránea hacia la superficie y combatir así la sequía o la carencia del tan necesario líquido elemento. Su origen es árabe, y se cree que fueron los antiguos persas los padres de la idea. Mediante un pozo "madre", y a través de la creación de la excavación de un canal algo inclinado, se llegaba a las corrientes subterráneas. Por medio de otros pequeños pozos verticales, alineados con el primero en la superficie, que a su vez producían corrientes de aire, se lograba que el agua llegara hacia la tierra seca, que arriba necesitaba ser regada o utilizada por el ser humano para aplacar su sed. La obra de ingenio y creación de nuestra especie ha sido sorprendente desde que se tiene constancia de nuestro paso por esta tierra. A veces estos actos creativos han llevado a todas las culturas ha sentirse en contacto con un Supremo Ser Hacedor, espejo donde puede verse reflejado el ser humano.

Fuentelapeña, en la provincia de Zamora, es uno de esos lugares donde estos sencillos y prácticos sistemas de ingeniería acuífera se ubican. Ha sido un descubrimiento reciente en el pueblo, alejado de las zonas de influencia de estos antiguos qanats, que proliferan por territorios árabes, y que son bien conocidos en zonas de Irán o el norte de África, como Marruecos. Incluso en nuestro país se pueden encontrar al sur de la Península. Resulta pues curiosa la aparición de uno de ellos, en Fuentelapeña, pueblo sito en tierras zamoranas, lo cual nos habla claramente de un pasado árabe de sus pobladores. El propio topónimo de la localidad hace alusión a un manantial que surgido de una roca sin pulir, es decir una peña, proveía de agua al pueblo desde lo que ahora se conoce como Caño Viejo. Y hasta aquí llegó, rodeada de toda esta carga simbólica la obra de teatro "Teresa, la jardinera de la luz". Y una vez más los actores de Lazarillo de Tormes, se empaparon de la historia y tradición de otra localidad, que de forma cuanto menos curiosa, se hacía guiños con nuestra conocida y familiar Teresa de Jesús, gracias al buen hacer de este grupo teatral.

"La madre", como así la llamaban sus monjas, también fue un pozo "madre" y maestro a la vez, que extrajo desde lo más profundo de esta tierra el agua necesaria para quitar la sed a todo el que a él se acercaba. Fue una jardinera que con la fuerza del agua que le llegaba de su profundo e irreductible amor a Dios, elevó hacia la luz los frutos que su vida produjo gracias a las semillas de sus pisadas por esos caminos. Sus hermanas fueron como el resto de los pozos que aireaban y facilitaban la salida de la vida al exterior. Las mujeres del XVI, eran elementos invisibles, de segunda categoría, con funciones limitadas por los varones de su época, que poderosos, marcaban su destino. Pero con Teresa de Jesús llegó la revolución: "el camino, la verdad y la vida" como leemos en palabras de su amadísimo Jesús de Nazaret, en las Sagradas Escrituras. Este amor libre y grande le dio las alas para hacer ver la grandeza de cualquier ser humano en este mundo de incoherentes desigualdades.

Podemos ver la maravillosa estructura de un qanat en la carmelita. Extrajo y dio vida gracias al fuerte engranaje que creó en torno a la suya. Al igual que en Fuentelapeña ha sido reciente el descubrimiento de este canal, tan antiguo y tan distinto de lo conocido por la zona, así también gracias a "Teresa, la jardinera de la luz", se nos ha brindado la oportunidad de conocer aspectos de esta mujer, tan sorprendentes, como ignorados hasta ahora. Ella fue mujer y monja en una sociedad cerrada y de varones que marcaban las pautas de comportamiento. Y sin embargo fue inteligente, de buena formación intelectual y teológica, y ante todo rebelde y valiente ante los que denostaban su mundo de principios y creencias bien arraigadas. Porque Teresa supo aunar mente, espíritu y corazón, como lo supo hacer el Hijo del Hombre en una simbiosis que le permitió ser un hombre más entre los hombres. Y tuvo en Teresa la compañera y cómplice perfecta para "sacar agua de las piedras" y llevarla a terrenos baldíos que consiguieron dar fruto.

En Santa María de los Caballeros, iglesia parroquial de esta localidad zamorana, Lazarillo de Tormes, una vez más, representa su afamada obra, en una construcción declarada bien de interés cultural como lo es esta parroquia, llena de joyas renacentistas, época de la que data. Su estructura, a pesar de una posterior torre del XIX, fue creada por arquitectos de la escuela de Gil de Hontañón, y encierra auténticos tesoros de Gregorio Fernández. Sus bajorrelieves son magistrales y dos de los retablos que alberga tienen un valor indiscutible. Pertenece el conjunto en general, a la época de nuestra monja, gentes que compartieron su tiempo, fueron sus creadores, y vivieron momentos comunes a ella. Repetimos pues, una vez más la importancia que este grupo teatral ha dado al hecho de tener por escenario los altares de las iglesias. El ideólogo de "Teresa, la jardinera de la luz", Javier de Prado, pidió a su director y guionista, el dramaturgo irlandés, Denis Rafter, que tuviera en cuenta en la elaboración del texto de la obra, el marco incomparable que estos lugares suponen para cualquier público que a ellos se aproxima. Fuera de cualquier contexto social, religioso o temporal, en ellos se guarda de manera secular toda la energía de las vidas que allí se han reunido para poner en común lo común de sus existencias.

La advocación de esta iglesia, santa María de los Caballeros, recuerdo de alguna orden militar u hospitalaria de la época de su construcción, nos conduce inevitablemente a la idea de que Teresa de Jesús, paradójicamente, a pesar del mundo de hombres que la constreñían, siempre vivió rodeada de ellos. Su condición de mujer y monja no hizo que se arredrara en ningún momento. En sus poemas se nos revela como la reina de la paradoja, recurso estilístico éste, que utilizó en múltiples ocasiones para tratar de explicar su íntima relación con Dios. Que lo consiguió, no deja resquicio a la duda, pues aún teniendo testigos de sus experiencias místicas, sus palabras dejan constancia casi plástica de las mismas. Esta parte de su creación literaria se pone de manifiesto en "Teresa, la jardinera de la luz", donde la recitación de los poemas de la santa por parte de las actrices del grupo teatral, alcanza niveles de declamación de altura profesional. Incluso la figura del padre dominico se muestra, gracias a la buena interpretación del actor que lo encarna, sumamente sorprendido por estas bellísimas poesías. Junto a ellas, momentos decisivos de esta mujer, siempre rodeada de varones, pasan ante nosotros en la cotidianidad de su vida, con sentido del humor, o con el valor que su rebeldía ante su sociedad la llevó a relacionarse de frente, tanto con religiosos amigos, como no tan amigos o incluso con el propio rey. En poco más de una hora somos conscientes de la importancia capital que tuvo la carmelita, criada entre hermanos varones, coqueta con sus pretendientes de adolescencia, atractiva para todo tipo de hombre que la conocía, y amiga del rey del reino castellano. Sin embargo todo lo hizo posible la fuerza de saberse capaz como cualquiera, que le venía de su amor profundo y leal por la Suprema Majestad del mayor de los Reinos, el que no es de este mundo, Dios. "Aunque todo se pierda, sólo Dios basta."

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