Ciudadanos se queda con representación solo en Valladolid y pierde el escaño de Salamanca en favor de los populares
El granero del PP está a buen recaudo por el momento. A buen recaudo para las huestes de Juan Vicente Herrera, claro, que para otros la lectura será muy diferente. Pero más allá de los análisis, que para eso está el día siguiente primordialmente, lo que no parece dejar lugar a dudas es que en Castilla y León se confía en la gestión del Partido Popular. Eso y que de momento PSOE y Unidos Podemos lo tienen difícil para crecer en escaños. Las peculiaridades demográficas de la comunidad autónoma les van a penalizar durante unas cuantas elecciones. A Ciudadanos, también, ya que la pérdida de población en León ha restado un diputado que han perdido los de Albert Rivera.
Pero, con todo, la clave al final ha estado en Salamanca, como ya se avanzó durante la campaña. Si Ciudadanos era capaz de mantener el escaño de Pablo Yáñez, el perjudicado sería el PP. No ha sido así, y por eso el PP mira la noche electoral en el granero con satisfacción y en el edificio de enfrente los chicos de naranja se lamen las heridas, piensan que lo de pactar con el PSOE no lo han entendido por estas tierras y comienzan a dar vueltas al magín para encontrar las fórmulas que les permitan recuperar la pujanza que tenían en diciembre, y que seis meses después los electores les ha quitado. «Es la coyuntura, bobo», se podría decir. O no. Cualquier interpretación tiene su validez.
Por ejemplo:
Fuente El Norte de Castilla