La iglesia, actualmente en ruinas, fue uno de los ejemplos más hermosos del floreciente mudéjar de las tierras de Peñaranda-Las Villas
Donde habita la soledad, el silencio y el abandono. Allí donde se celebraba el amanecer, la aterdecida o se daban las gracias por la cosecha. Allí en ese espacio recubierto por techumbres mudéjares, ese arte mestizo nacido en las manos de los musulmanes que vivieron en estas tierras en una época de fértil intercambio.
Arte que se plasmaba en la disposición del ladrillo pero también en la talla y policromía de la madera de su cubierta interior, conocida como la 'carpintería de lo blanco', y que en otro tiempo fue fiel reflejo de la plasticidad y virtuosismo creativo, cuya esencia podemos contemplar en multitud de localidades de la comarca.
Ahora todo son ruinas. La iglesia está pésimamente conservada, pero se mantiene erguida su magnífica torre, donde anidan parejas de cigüeñas y una multitud de chovas. Actualmente, alrededor del templo vacío hay un caserío con varios corrales antiguos y tenadas.
Riolobos es una antigua finca dividida en parcelas (a principios del siglo XX) entre 60 (más o menos) agricultores ?antaño colonos-, la mayoría de Villoria (unos 40) y el resto al Campo de Peñaranda, a cuyo término pertenece. La finca está próxima al término municipal de Cantalpino.
Los colonos de Riolobos solían celebrar todos los años ?recientemente en alguna ocasión-, sobre últimos de Octubre o primeros de Noviembre, la cena de "La machorra", consistente en chanfaina y cordero. Se celebra en Villoria.