El aroma atomillo embriagó el paso del Santísimo en las calles de Cipérez. Tras la eucaristía oficiada por el párroco Juan Jesús García Horcajo, los vecinos salían en procesión con ramos de tomillo entre sus manos para ser purificados por la custodia que bajo palio santificaba también sus calles. Concluidos los actos religiosos, los vecinos celebraban el Corpus con un recorrido por los bares de la localidad.