Por Rodrigo Del Castillo Medina, joven de 29 años, 'speaker', presentador y natural de Villoruela
Nadie dijo que fuera fácil
ni llano el camino
que empezaron a caminar
una noche de verano,
a orillas de un mar
que siempre habían soñado
en las noches de invierno.
Allí comenzó la batalla,
sin más trinchera que unos brazos,
ella en los de él,
él buscando unos labios
con los que amanecer
al lado, en la misma almohada
y fueran las balas
un millón de besos en su piel.
Cuando otoño presentó credenciales
de caída de hojas sobre su vientre
decidieron retarle con su amor
y mantener erguido el tallo
de "aquello" a lo que no ponían nombre,
que sembraron entre olas y arena.
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Llegó el invierno a sus ventanas
y no supieron resguardarse,
el frío congeló los corazones,
la tristeza fue regalo de reyes
y con ella, la tarifa plana
de un móvil que sonaba a deshora,
así se describía "aquello".
Con el color de la primavera
se desnudaron de verdades
para vestirse con mentiras
y así, irse perdiendo poco a poco,
hasta llegar a escucharse entre ellos
el sonido más fuerte de todos,
el silencio.
Y el sol del verano,
los mares soñados en invierno
con el salitre y los sargazos
quizás retomen el camino,
pero eso ya no es cosa mía,
el final lo ponen ustedes.