La profundidad de los colores que empiezan y acaban cada día
Ver amanecer o atardecer con la ciudad al fondo es como tocar la puerta de acceso a lo sagrado. Al alba, la luz es rojiza alrededor de las torres de la catedral y violeta profundo en el resto del cielo. Avanza luego la luz a un color rosáceo y, definitivamente, dorado, como las piedras eternas de Salamanca. Con la puesta de sol todo se invierte, todo va hacia el interior de las cosas, al corazón. Ocurre con los besos, con las palabras, con las miradas.
Fotografías desde el barrio de Buenos Aires de Victorino García Calderón, una recomendación siempre para los lectores de SALAMANCArtv AL DÍA.
(Jclp)