En recuerdo de Don Matías Castaño, por Marisa Juy

Pertenezco a una generación que, allá por los años setenta, tuvimos la suerte de conocer a Matías, en la parroquia de S. Andrés de Ciudad Rodrigo. En torno a él, un grupo de jóvenes y no tan jóvenes, fuimos forjando nuestra formación cristiana y descubriendo la riqueza del Evangelio y las enseñanzas de Jesús.

El mensaje que nos transmitía era muy diferente al que habíamos recibido en anteriores etapas de nuestra vida: más humano y comprometido, exigente, tal vez un poco revolucionario pero siempre atractivo y cautivador. Y, además, nos animaba con su ejemplo de entrega a los demás, su valentía para denunciar las injusticias, fiel a sus principios, su capacidad de trabajo y servicio admirables y su confianza en Dios.

Si tuviera que resumir en tres rasgos la personalidad de Matías, destacaría:

En primer lugar su COHERENCIA entre lo que predicaba y lo que transmitía con sus obras. Ser coherente siempre es difícil pero mucho más en aquellos años de ausencia de libertad y de rigurosa sumisión a quienes ostentaban cualquier autoridad o poder.

No se acobardó nunca y, aunque, le costaba algún disgusto, lo solventaba con humor.

En segundo lugar, tenía una fe ciega en la PROVIDENCIA. Lo manifestaba en frases que repetía a menudo: "Dios sabrá", "Lo pongo en sus manos", "Veo la mano de DIOS en todo lo que hago". Y nos ponía mil ejemplos concretos, unos que eran pequeños detalles y otros que implicaban grandes decisiones. Cuando en sus últimos viajes a Venezuela nos atrevíamos a persuadirle que lo dejara por motivos de salud, él, siempre respondía: "El Señor me va marcando el camino".

En tercer lugar, Matías fue un adelantado a su tiempo porque hablaba de la necesidad de una nueva EVANGELIZACIÓN, al estilo del Papa Francisco hoy. ¡Cómo hubiera disfrutado ahora si sus facultades se lo hubieran permitido! Pero ahí dejó sus ideas en gran cantidad de artículos, escritos, algún libro? que nos pueden ayudar a reflexionar

Creo que no se le ha hecho justicia en vida. Y, a pesar de todo, fue una persona feliz.

Al principio de la enfermedad, cuando todavía podía comunicarse, nos repetía una y otra vez: Estoy tranquilo, siento una gran paz interior , preparado para lo que Dios quiera ? Para nosotros era la evidencia del deber cumplido y el gozo de sentir la caricia y el abrazo de Dios.

Larga y penosa esta etapa que soportó con una dignidad y paciencia encomiables, con la ayuda y los desvelos de su hermana Paquita quien nos revela que nunca se quejó.

Querido Matías: Serás un referente para muchos de nosotros y, a través de estas sencillas líneas, queremos agradecerte el bien que nos has hecho por tu testimonio valiente y constante, por tus enseñanzas y reflexiones, por compartir con nosotros tantas experiencias e inquietudes ( me vienen a la memoria los campamentos, las convivencias viajes, catequesis?) por tu labor desinteresada y no exenta de dificultades, por tu disponibilidad para atender al que lo necesitaba y ¡ cómo no! tus entrañables tertulias que acababan siempre en un reflexión evangélica.

Muchas gracias también por tu compañía y amistad. Te recordaremos siempre.

Marisa Juy

Jubilada