Hace más de un año, hacia finales de 2014, nuestro obispo nos convocaba a una larga y significativa asamblea de la diócesis de Salamanca, en la que quería que participáramos todos y todos nos sintiéramos comprometidos. La Asamblea propiamente dicha tendrá lugar en el mes de junio de este año 2016, y se desarrollará en tres fines de semana, sábado y domingo completos, para reflexionar sobre la situación actual de nuestra diócesis, estructuras y personas, y tomar las decisiones oportunas de cara a un mejor servicio pastoral a todos los residentes en nuestra diócesis, sean bautizados o no, creyentes o alejados, e indiferentes ante la realidad religiosa. Habrá que contar con el personal adecuado, religiosos, sacerdotes y seglares, existentes en nuestra iglesia en los años futuros, a corto y medio plazo por lo menos, y tratar de adecuar las estructuras de evangelización y servicio a las posibilidades reales de atención del personal con que se cuenta. No es por tanto un tema menos, ni una asamblea desposeída de importancia y sentido.
La preparación próxima de dicha asamblea se ha ido desarrollando en tres etapas, de las cuales dos están ya concluidas, y la tercera, que durará los meses de febrero, marzo y abril, terminará el primero de mayo, con el fin de que después se pueda terminar de elaborar las ponencias sobre las que versará después la asamblea propiamente dicha. La primera etapa trataba de poner en Cristo los fundamentos de nuestro trabajo, e invitaba a "enamorarse" de Jesús de Nazaret y de su evangelio para descubrir en Él los auténticos fundamentos de nuestra iglesia.
La segunda etapa nos avocaba a "soñar" nuestra iglesia, para imaginarla como nosotros creemos que debe ser hoy y en el futuro. Esta etapa terminaba el pasado dos de febrero, día en que concluía también solemnemente con una eucaristía en la catedral diocesana el año de la vida consagrada o de los religiosos. Y ese mismo día, y a esa misma hora, nuestro obispo ponía en marcha la tercera etapa de la asamblea y nos convocaba para el estudio de la realidad y las propuestas de futuro a tomar en nuestra iglesia diocesana para adecuar las posibilidades a las necesidades, logrando así "una reforma", es decir una iglesia reformada, en que dejemos de lado lo viejo que ya no puede sostenerse, y propongamos las nuevas estructuras viables y eficaces, y se destinen a atenderlas las personas que aún están en condiciones de entregar su vida y su trabajo de nueva y ferviente evangelización en los años futuros.
Recientemente se nos entregaba a los sacerdotes y a los responsables de los más de ciento cincuenta grupos comprometidos con la asamblea, el cuadernillo con los tres últimos cuestionarios, de los cuales el más interesante y decisivo es el último, que nos reta a proponer las actitudes, los criterios y las prioridades a tener en cuenta para llevar a cabo las reformas necesarias. La última pregunta nos espeta sin ambages: "¿Qué propuestas concretas hacemos para cambiar las estructuras con el fin de que seamos evangelizadores con Espíritu?".
Junto a las líneas de trabajo en grupos, o incluso de forma individual, se nos ofrecía un simple, pero elocuente cuadernillo con la relación de estructuras territoriales y funcionales que en la actualidad existen en nuestra diócesis, y se ponía a nuestra consideración el número de sacerdotes y religiosos, de colegios de enseñanza, de cofradías y asociación cristianas con las que contamos actualmente, y de los sacerdotes se indicaban realísticamente las edades en las que se desenvuelven, como para tener en cuenta la realidad de posibilidades de atención que van a tener nuestras estructuras por parte de los cada vez menor número de sacerdotes de los que dispondremos.
La asamblea ha querido abrirse a todos los habitantes de Salamanca, creyentes y no creyentes, y en los últimos meses ha ido invitando a diferentes colectivos civiles a participar en jornadas de reflexión y propuestas que, desde los sectores menos comprometidos o más alejados, se nos podrían hacer a los embarcados en esta propuesta de comunión y solidaridad que es o quiere ser nuestra iglesia diocesana.
Concretamente el fin de semana, de viernes a domingo, cuatro al seis de marzo, tendrán lugar los últimos encuentros previstos, aunque siempre quede la oportunidad de nuevas propuestas por parte de personas individuales o de colectivos de cualquier clase y condición. El sábado cinco, de once a trece treinta de la mañana, están convocados todos los que tengan algo que decir y quieran aportarlo, como crítica o sugerencia, en el campo de la cooperación internacional. Organizan Manos Unidas y la Delegación de Misiones, convocando prioritariamente a través de las organizaciones no gubernamentales, pero en sesión abierta a todos los que tengan algo que decir a la iglesia de Salamanca sobre la colaboración solidaria y misionera con el exterior, y especialmente con los refugiados y los más necesitados.
La Asamblea diocesana sigue. Todos estamos convocados. Y tardaremos años en tener una oportunidad como ésta de considerar la iglesia como nuestra y de ponernos manos a la obra para hacer que la Iglesia sea verdaderamente nuestra, y particularmente de los pobres.
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