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En presente continuo
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En presente continuo

Actualizado 24/02/2016
Ana Higles

Las personas tenemos un vicio de cabecera, amén de muchos otros ?pequeños o grandes? que hacemos más o menos esfuerzo en entender, alimentar u ocultar. Nos pone mucho utilizar los maléficos auxiliares "tengo que..." o "voy a...".

[Img #569184]Y no sería mala cosa si cayésemos en la cuenta de que la mayoría de las veces su uso repercute mal, muy mal o pésimamente en nuestra higiene mental, tan o más importante que la corporal. Líbreme Dios de la gente maloliente mental, que de la que pide a gritos una ducha ya me libro yo con un buen ambientador.

Para cuidar esa higiene íntima de la que hablo, conviene seguir unos pocos pasos de "El libro del buen amor propio":

1. Déjate de bolas de cristal. Los planes a largo plazo no suelen hacerse realidad y mucho menos tal y cómo te los planteas en una noche de insomnio. No, porque nuestra mente tiene el vicio de analizar problemas y de intentar resolverlos, sí, pero conforme a las condiciones que la rodean en el momento del estudio. Sabe Dios qué recursos tendrás o no dentro de tanto tiempo. Ahorra energía. Ayuda más leer un libro o ponerte una serie en el ordenador, te lo digo yo.

2. Atiende a la realidad. Otro vicio mental muy extendido consiste en construir un modelo egocentrista de nuestro universo. Colega, no eres la mecha del Big Bang y tus problemas son unos pocos problemillas más entre los miles de millones de problemas de la gente. Si el número de problemas que tienes "en cola de impresión" es mayor que el número de problemas de tus amigos que puedes recordar, colega, la solución es clara: te has olvidado de mirar hacia fuera. Y corres el peligro de quedarte sin amigos y, además, bizco.

Sal de ti mismo, escucha, pregunta, toma nota, responde, ríe, enfádate, hártate de algún cansino, cántale las cuarenta a un espabilao, corta unos cuantos trajes con tu mejor amiga. Con todo esto aprenderás a gestionar tus crisis nucleares mucho mejor que sumegiéndote en una espiral de pensamientos autodestructivos. Que está muy bien para un domingo tormentoso por la tarde, con sofá, manta y peli moñas, pero ya. Enough.

3. Disfruta. Y disfruta del presente, carajo. Porque es bonito recordar el pasado, pero no conviene quedarse atrapado en él. Sí, lo sé, es cómodo vivir en la zona de confort de nuestros recuerdos. Esa etapa preciosa en la que vivimos felices y sin problemas. Pero el pasado ya pasó. ¡Eh, que te veo venir! No te acomodes en el futuro. No eres profesor de Adivinación en Hogwarts. No dominas el tema, así que deja en paz lo que tiene que venir y céntrate en lo importante: "estoy disfrutando de...". El presente continuo de tu libro de inglés.

Saborea lo que tienes delante de tus narices en cada momento, porque al final te darás cuenta de que es lo único que realmente vives.

Y déjate de pajas mentales. La mente se aburre y piensa. A veces, de más. Edúcala para que no tire los papeles al suelo. Y sonríe, carajo, que es gratis.

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