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Los billetes de 500 nos sobran
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Los billetes de 500 nos sobran

Actualizado 23/02/2016
Fernando Robustillo

Hace días saltó una noticia que debe tener muy preocupados a esa insignificante población tan poderosa que posee, mueve, compra, destruye (caso de "lavado in situ") y hasta enciende la chimenea, si llega el caso, con billetes de 500 euros. El señor Draghi

[Img #567486]Así que perdone que me dirija a usted, señor Draghi, pero a veces nos da la impresión de que los individuos que gobiernan los países y grandes instituciones están fuera de la realidad o son parte de otra realidad que la gente común no llegamos a entender. Nos habla usted de que cualquier cambio sobre el particular ha de hacerse "de forma ordenada". Y hasta ahí, a pesar de esa pequeña crítica que le hemos hecho sobre su aparente ausencia, la idea, como tal, era perfecta, lo que se dice "había usted comenzado con buen pie", pero "cachi en die", eso no vale para una mayoría de españoles, ya que a declaraciones así, que hablan de hacerse "de manera ordenada", nuestra suspicacia se descontrola y terminamos por pensar que eso "es dar tiempo al ladrón", y peor aún: que es una nube de verano y no harán absolutamente nada. Ya le dejo; gracias por su contribución, quizá con ello usted haya asustado a cuatro o cinco frikis que inmediatamente han cambiado los billetes por "pelucos" o, como le ocurrió al "malayo" señor Roca, que de manera súbita otros se habrán subsumido en alguna vocación de auriga e iniciado, para deleite particular, una colección de carruajes de épocas griegas y romanas.

Ya le hemos dejado, señor Draghi, ahora nosotros a lo nuestro. Y como tenemos por ahí una cifra del 56 por ciento de europeos que no han "pillado" un "binladen" en su vida ["binladen" es la denominación popular que va camino de la Academia y quedará allí como otras: sólo como testimonio] debemos decir sin orgullo que ese porcentaje se queda muy corto para España. Aquí lo más natural es que la gente pregunte: "¿Pero existen?". Si no, pongamos el ejemplo del gran número de españoles que están cobrando ayudas por debajo de esa cantidad, ya sea la complementaria, la de subsistencia, la de dependencia o cualquier otra que les afecte ?una pena que estos colectivos no nos puedan leer, porque a pesar de lo que dijera en su momento la exalcaldesa de Cádiz, doña Teófila Martínez, hay gente que tiene que elegir entre comer o Internet. Nosotros hablamos en su nombre: Si a dicha población le ponemos como mínimo un billete de 500 en el subsidio, a esos señores les parecerá que les ha tocado "un goya". Y así, al menos, les cambiamos al billete esa denominación "binladen", un tanto trasnochada.

Hablemos claro: digamos que existe una gran población para la que esos billetes les importa un bledo, y además les da igual que pasemos del euro a la peseta o de ésta a los maravedíes, lo importante para ellos es llegar a final de mes. Y sobre esos billetes piensan lo mismo que con aquella publicidad de finales de siglo "cuando un monte se quema, algo suyo se quema... señor conde" (estas cursivas del final las ponía la resignación del pueblo, no el conocimiento medioambiental). Y hoy, ese mismo pueblo, cuando escucha en televisión "dos mil... tres mil... cuatro mil... cinco mil..." (¿les suena?)... el pueblo también se resigna y dice: "... la 'ma' que los parió".

Así que para atajar cualquier actividad de crimen organizado (blanqueo de capitales, corrupción, drogas, tráfico de armas, terrorismo, etc.) no se deben escatimar medios, porque esas desviaciones deshumanizadas son setas letales que crecen en cualquier parte y la vigilancia debe ser extrema, por tanto, entorpecer su crecimiento es de vital importancia, y si una de la fórmulas consiste en dejar fuera del alcance de las mafias este tipo de billetes (1 millón de euros pesa 2,2 kilos) háganlo y ni lo consulten, que los que tenemos móviles de madera y jamás vamos a pagar un paquete de chicle con 500 euros tampoco los echaremos en falta.

Como vamos finalizando, digamos aunque somos conscientes que de esta manera tampoco acabaremos con el blanqueo por corrupción, que es tan estructural como coyuntural, que al menos los corruptos "trabajen" un poco. Ya hemos dicho lo que pesa un millón en billetes de 500, pero si ese millón lo han de transportar a Andorra en billetes de 50, son 22 kilos. Y si hablamos de Suiza, la vergüenza de tener dinero allí y no poder traer más de 10.000 euros en efectivo (ahora cash, más moderno), con lo que no llega ni para canapés en una de sus fiestas, sacar unos cuantos fajos de mayor volumen tiene sus trucos. Este es el trabajo de las "mulas" del dinero, difíciles de detectar para los perros, con lo que nos encontramos ante el reto de poderlos "pillar" a través del lenguaje corporal de la "mula", del chivatazo o de la intuición de los guardias.

No obstante, esto no significa que se hayan dejado de usar los métodos tradicionales de los dobles fondos en ropas y maletas, pero son más arriesgados. El cuerpo es más seguro y un estómago aguanta, sin el riesgo de que estalle un billete como con la droga, hasta 75 envases de cuatro billetes cada uno, o sea, un total de 150.000 euros, sistema conocido en la actualidad y para el que se alquilan "mulas" a un tanto por ciento.

En resumen, si acabáramos con los billetes de 500 y fuera el de 50 el de mayor valor, sólo un millón de euros excedería en el avión el peso autorizado, con lo que hablaríamos con propiedad y exclamaríamos: "¡qué 'jetas', traen maletas llenas de dinero!".

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