He tardado un tiempo en volver a esta pequeña ventana de opinión después de regresar de África y, si bien es cierto que es más dura la vuelta que comprobar la dureza in situ, la verdadera razón ha sido poder dar salida a todos los encargos de publicaciones que tenía y la imposibilidad de centrarme en algo más aparte del trabajo.
Coincide mi regreso con la constitución de los ayuntamientos. Hubiera sido bien fácil hablar de los candidatos que cambian de siglas, de los que no tienen oficio ni beneficio conocido al margen de la política, de los que pactan hasta con el diablo después de haber dicho todo lo contrario en la campaña electoral y de los que son capaces de casi cualquier cosa por perpetuarse en los puestos de responsabilidad de los partidos?
Eso, repito, hubiera sido lo fácil, pero como a todos nos vendrán algunos nombres a la mente, lo obvio. A mí hoy se me ocurre ir un poco más lejos, a las cualidades que debería tener un líder más allá de la coleta, los estudios, el curriculum laboral o los idiomas? y ahí es donde llego al ejemplo concreto.
Sierra Leona es un país en el que los relojes no tienen sentido porque el ritmo vital lo pone el sol, donde el 80% de la población es menor de 30 años y en el que el ébola está dejando una nación más devastada que la brutal guerra que vivió a finales del siglo pasado. Pero Sierra Leona es mucho más, por ejemplo, convivencia pacífica y respetuosa entre la mayoría musulmana y la minoría cristiana, optimismo, alegría y, sobre todo, respeto por los mayores debido a su escasez.
Descubrí lo que es un líder en Kombrabai, una aldea a 100 kilómetros de la capital, Freetown, y donde el ébola se ha cebado hasta tal punto con su población, que han sido estigmatizados por el resto de pueblos cercanos y nadie quiere relacionarse con sus habitantes. Allí los misioneros salesianos van a empezar un proyecto agrícola para que se autoabastezcan y una escuela para los menores.
Antes de la epidemia de ébola Kombrabai tenía 270 habitantes. Hace escasamente un año los contagios comenzaron a propagarse entre ellos y no hubo una familia que se librara de varias muertes por el virus. En este tiempo han muerto 82 personas y otras 65 que presentaban síntomas huyeron sin que se haya vuelto a saber nada de ellos.
El líder de la comunidad -el equivalente al alcalde de la aldea- es un hombre de mediana edad (lo que para ellos ya es un abuelo), musulmán, que nos recibió con el torso desnudo mientras trabajaba, pero que inmediatamente mandó sacar sillas destartaladas para que nos sentáramos a conversar y apareció poco después con su mejor chilaba. En un país donde el Estado es considerado fallido por la corrupción de las instituciones y la miseria, las personas mayores siempre son escuchadas y tienen todo el respeto y la admiración del resto de las personas.
La edad, por tanto, no es sólo sinónimo de madurez y respeto, sino que también lo es de sabiduría y sentido común, sin duda las mejores cualidades que puede tener una persona que se dedica a velar por el bien común, en África y en cualquier parte del mundo.
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