Una Copa de la Reina entre bufandas azules

Otro año poniendo las calles. No cabe duda de que la Copa de La Reina 2016 no fue como esperaban los cientos de aficionados perfumeros que se desplazaron hasta San Sebastían, pero fue. Y del cómo fuimos testigos presenciales en Salamanca RTV al Día. Aquí va nuestro relato de una Copa de La Reina junto a la Marea Azul.

Un año más poniendo las calles. Otro año en el que la Catedral nos mira desde su oscuridad a los valientes que desafiamos el frio de una madrugada de principios de febrero de camino a un autobús en el que pasaremos seis horas hasta llegar a nuestro destino. Se preguntarán en este momento quiénes son esos valientes y cuál es su destino. Se trata de lo siempre fieles aficionados del Perfumerías Avenida embarcándose en una nueva Copa de La Reina, la cual se celebraba este año en San Sebastián. Los había veteranos, que nunca han fallado a una cita copera de su equipo; los había debutantes, que viajaban por primera vez; y también estaba servidor, en su tercera Copa de La Reina como reportero.

Hecho el recuento de Copas de cada uno, comienzan a girar las ruedas del bus, que el camino es largo y la hora muy temprana y fría. Cuanto antes arranquemos, antes llegaremos. Lo ideal sería dormir en el bus, pero quien les habla tuvo serios problemas para adaptar sus largas piernas al estrecho hueco entre asientos (los buses no son para personas altas, cada vez estoy más convencido), y cuando parecía que le pillábamos la postura, parada técnica. La "brisa" de un mes de febrero en la provincia de Burgos a las siete de la mañana echa al traste la "modorra" que bien había costado acumular. Nos olvidamos de dormir y buscamos entretenimiento en la lectura para lo que queda de viaje.

En esto de que entre letra y letra, cuando uno se quiere dar cuenta, ya hemos llegado al Norte. Entramos en San Sebastián cabalgando a lomos de un autobús decorado con las bufandas azules que anuncian a todo el mundo la llegada de la afición más numerosa del baloncesto femenino nacional. Paramos el bus al lado del vetusto estadio de Anoeta. Enfrente está el pabellón. O eso nos habían dicho. Hubo quien se confundió y se metió en el velódromo (alucinarían con la cara que puso la chica de la puerta cuando le preguntamos que por dónde entraba la prensa). Al segundo intento acertamos con el edificio. Acreditación, registro de mochila y a separarme de mis compañeros de viaje. Unos a la grada, a disfrutar, otros a pie de pista, a trabajar, que es nuestra forma de disfrutar.

Volvía Avenida a inaugurar la Copa. No esperen que les haga una análisis en profundidad de la Semifinal, que este humilde cazamomentos de baloncesto entiende bastante poco (y cada día menos). Basta con decir que se sudó, se peleó, se sufrió y, lo más importante, se ganó. Las jugadoras se dejaron la piel (literalmente, viendo como quedaron los brazos de alguna). Mi cámara y yo veríamos a las charras en una Final por tercer año consecutivo.

Por la tarde poco que contar. La Copa suele ser la fiesta del baloncesto femenino, pero la restante Semifinal más bien sería la siesta del baloncesto femenino. Partido sin historia para un acertado Conquero, lo que nos deparaba la misma Final de la edición anterior. Pero eso sería al día siguiente. Ahora era momento (había ganas ya) de ir al hotel, a descansar.

Y tras el merecido descanso, y con las pilas y las baterías de cámaras y móviles recargadas, llegaba el día de la Final. Buen ambiente en la zona del desayuno del hotel. Unos simpáticos aficionados (unos de tantos) me piden que les haga una foto. Me cuentan que ha nevado en Salamanca. Yo les contesto que para los de Salamanca la nieve, que nosotros habíamos venido a ganar una Copa (ay, Álex, si es que tienes la boca muy grande...). Estómago lleno, maleta hecha y al bus para iniciar el último camino hacia "El Gasca".

Y de la Final qué les voy a contar que ustedes no sepan. Palo que nos llevamos los de corazón azul. Esta vez estuvimos por debajo y nos quedamos por debajo. Esta vez no hubo remontada y la Copa, justamente, puso rumbo a Huelva. Esto es deporte. No existe equipos invencibles, ni rivales débiles. Conquero fue mejor y Avenida no estuvo a la altura.

Última vuelta por los alrededores, última comida en territorio txuri urdin, comentando la Final y el devenir del equipo, y de nuevo a nuestro bus. Rumbo a casa.

Y seis horas después, nuestros pies estaban en suelo charro. No traíamos una Copa bajo el brazo, pero el no ganar en lo deportivo no empañará los dos grandes día que tuvimos la oportunidad de pasar y compartir con la siempre agradable y fiel Marea Azul. Y allí pusimos punto y final a esta Copa, citándonos para los próximos eventos que están por venir. Y de camino a casa entendí que lo importante no era ganar, sino que sigamos pudiendo contar Copas rodeados de bufandas azules.

Fotos y texto: Alejandro López