Consolar al triste

Hay una bienaventuranza evangélica que es la raíz de esta obra de misericordia: "Dichosos los que lloran, porque serán consolados". ¡Habrase visto masoquismo semejante! ¿Cómo puede ser feliz el que llora y está triste? ¿O acaso puede serlo y, a la vez, no estarlo? Para colmo de contradicción y embrollo, la alegría es esencial a la fe cristiana ?el papa Francisco, tan mediático, ha escrito una larga y burbujeante reflexión precisamente sobre "La alegría del Evangelio"-; la esencia es lo que marca los límites de una cosa y, precisamente, uno de los límites de la fe cristiana es la alegría, o sea que un cristiano triste es un triste cristiano. En otras creencias religiosas o políticas o culturales lo esencial es la seguridad psicológica que proporcionan, la certidumbre intelectual en la que nos sitúan o la fuerza de la que nos revisten, como armadura inexpugnable ?"¡Que la fuerza te acompañe!" hemos escuchado recientemente en los cines-.

En determinadas circunstancias la alegría, que es esencial a la fe cristiana, puede ser y es un obstáculo para algunas creencias, como les ocurrió, sin ir más lejos, a los mismos Apóstoles, cuando fueron testigos de la Resurrección de Cristo y, al experimentarlo resucitado, "no acababan de creer por la alegría" (evangelio de Lucas, 24, 41); la alegría parece confundir al entendimiento, pues por la alegría se confundieron y les pareció que Jesús era un fantasma. Así nos ocurre muchas veces en la vida cotidiana: acostumbrados a tratar con cosas mostrencas y personas mediocres y a padecer nuestra propia mediocridad, aburridos de la insoportable levedad del ser que describió Kundera, novelando las relaciones de pareja, cuando nos encontramos amistados o enamorados de verdad "no nos lo podemos de creer".

Hay signos de tristeza ?también de alegría- en nuestro entorno: aburrimiento, alergia al silencio, incapacidad para la soledad positiva, vivir a tope o pasar la vida como gato por ascuas, sin asentar el pie, incapacidad para procesar las frustraciones, ansiedad, estrés, depresión. ¿Cuáles son las causas de la tristeza y del llanto?

Tengo una joven amiga que, junto con otros jóvenes, se pone una nariz roja de payaso y un pijama de lunares y se dedica a maravillar a los niños ingresados en el hospital, hacerles sonreír, conseguir que vivan positivamente la experiencia de ser niños. Empatía, ponerse la cara triste del triste y lograr que ellos mismos, desde dentro, hagan fluir el manantial de la sonrisa y de la alegría y destapen el depósito represado de la dignidad y de la esperanza. Sin darse cuenta, reflexiono, está envolviendo a los niños ?los adultos y los ancianos también somos niños- en una atmósfera de amor que no se esfuma cuando los payasos terminan su actuación, sino que permanece como momento de eternidad que no tiene su origen último en nosotros, también débiles, sino que viene "de Arriba". Es lo que yo "veo", perdón, experimento?