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Quousque tandem …
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Quousque tandem …

Actualizado 01/02/2016
Francisco López Celador

Así comenzaba Cicerón su famosa Catilinaria Primera ? ¡decían que nunca íbamos a emplear el latín de nuestro bachillerato! -. Los españoles de a pie deberíamos emplear, no el latín sino el arameo para demostrar el hartazgo al que nos está llevando la banda de políticos que nos ha tocado en suerte. Han corrido tantos ríos de tinta en España con el problema de la corrupción que hemos acabado por aceptarlo casi como un problema sin solución. Y lo curioso del caso es que, cuando se descubre una nueva trama de saqueo de fondos públicos, muchos políticos se rasgan las vestiduras olvidándose de que, en asuntos de corrupción, casi todos tienen el enemigo en casa. Pero, como no me duelen prendas, y a pesar de mi condición de votante del Partido Popular, o mejor dicho, precisamente por ello, quiero pararme en la reciente Operación Taula para dar rienda suelta a mi estado de ánimo.

[Img #546049]Hay muchos comentaristas que cargan las tintas de sus críticas en lo inoportuno del momento en que ha "saltado la liebre". Si quien hace el comentario es persona independiente, me permito recordarle que el problema en sí radica en la corrupción misma, y no en sus circunstancias. Si quien lo hace trata de remarcar el daño que causa a su partido, sin dejar meridianamente clara la condena de los culpables ?que de todo hay-, debo decirle que es un cínico.

Por lo peculiar de nuestros procedimientos judiciales ?los hay que llevan varios años sin sustanciarse-, conocemos operaciones encaminadas a desenmascarar corruptos que parecen no acabar nunca. Tan es así, que algunas están medio olvidadas. Pues bien, a pesar de todo ello, casi siempre se dan dos circunstancias dignas ?más bien indignas- de mencionar: cuando les sorprenden con las manos en la masa, algunos "presuntos" siguen desempeñando los mismos cargos que ostentaban al inicio; y lo que ya es el colmo, cuando todo el mundo está al corriente de que se está investigando, se ordena un registro y, ¡sorpresa!, ni se han molestado en disimular. Caen como conejos. Una de dos, o les ciega la avaricia propia del ladrón, o se sienten revestidos de una impunidad que siempre va a terminar sorprendiéndoles.

Admitida la premisa de que en política hay más honrados que corruptos, reclamo mi derecho a exigir una mayor y más rápida energía a la hora de separar y culpar a las personas que han dañado la imagen de la formación política a la que he dado mi confianza. Yo no doy mi voto a las personas sino a los ideales que dieron lugar a esa formación política. La tibieza, el amiguismo y el falso corporativismo partidista, sí que tienen siempre responsables, y contra ellos dirijo mi protesta. Los culpables pueden ser juzgados y condenados, pero, para los honrados, todo son perjuicios. La sociedad está organizada en colectivos que nunca estarán libres de albergar alguna oveja negra. Cuando sea descubierta, no se debe tratar de encubrirla, como tampoco debe declararse contaminado todo el grupo. Hay que cortar por lo sano y esa misma sociedad quedará siempre agradecida.

Así pues, la Operación Taula es tan inoportuna ahora, como hace un año, o dentro de tres. En temas que ya están en boca de todos, mirar para otro lado, o decir que ya se ha legislado para que no vuelva a suceder, no es suficiente. Allí donde exista la mínima posibilidad de que alguien pueda traicionar la buena fe de los demás para sacar un beneficio propio, hay que inspeccionar hasta el último documento para comprobar que todo se ha desarrollado conforme a ley. Ningún tema de corrupción debe sorprender a quien debe inspeccionarlo. En política, cuando hay corrupción, siempre habrá dos culpables: el que la comete y el que no la descubre a tiempo.

De todo lo anterior, que a nadie se le ocurra frotarse las manos, porque es de aplicación para muchos colectivos. Aducir la corrupción como razón para no dialogar con el Partido Popular, es mentir a sabiendas, porque, por desgracia, el partido socialista tampoco está libre de pecado ? que, por cierto, ninguno es venial-. Los culpables deben ser tratados como tales, pero los que gobiernen, deben hacerlo para todos, y nunca "anti" algunos. Si no estoy equivocado, a la política se llega para procurar el mayor bienestar a la sociedad, anteponiendo el bien común a las ambiciones personales. Según nuestra Constitución, la soberanía está en el pueblo y debe ser la mayoría la que planifique y dirija la política, gobernando en todo momento para las mayorías y para las minorías. Ocasiones tan peliagudas como la actual se han solventado con el consenso entre personas con ideas muy distintas, que tuvieron muy claro qué se les pedía en ese momento. Quiero pensar que aún quedan políticos capaces de pensar en los demás.

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