Hay un sueño de invierno en estos ámbitos boscosos, marcados por caminos, robles, hiedras ateridas, helechos abrasados con sus geometrías indefensas, musgos que invitan a acariciar su piel, cascadas de las aguas que fluyen y murmuran..., un sueño que late en espera de una resurrección muy próxima. Y tal latencia ensoñadora dulcifica la muerte, porque la primavera está ahí agazapada, en espera de luces y de soles, para manifestarse.
José Luis Puerto (Texto) / Rosa Gómez (Fotografías)