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Opinión: El martes a lo Alto

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Actualizado 26/01/2016
Redacción Guijuelo

KIKO ROBLES | Mirada al pasado para rememorar las frías tardes de invierno en la biblioteca municipal en el Chinarral

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Mi reflexión de hoy va a servir de homenaje a uno de esos lugares de Guijuelo que muchos de nosotros hemos vivido, compartido y querido durante muchos años. La biblioteca municipal. Hoy he estado presente en una interesante presentación, que podéis ver aquí. El estar entre libros me ha hecho rememorar viejos tiempos. Y aunque tenemos una biblioteca excelente en la actualidad, a mí la que me trae los mejores recuerdos es aquella entrañable biblioteca del Chinarral. La que abría únicamente por las tardes y se llenaba de vecinos de toda clase. Desde los mayores para leer los desaparecidos diarios como El Adelanto, hasta los grupitos de colegas que iban a pasar un buen rato chinchando a los amigos o simplemente a hacer travesuras hasta que la paciente Carmen terminaba echándolos(nos) a la calle.

Quien más o quien menos ha pasado un par de tardes en aquella biblioteca. Con aquellas enormes mesas marrones, los sillones de tela a cuadros, o las pequeñas mesas infantiles. Aquellos carnés de cartulina verde, y la gran caja de madera del mostrador donde se guardaban. O la escalera de la Casa de la Cultura, justo al lado, en la que se sentaron varias generaciones de guijuelenses. Pero una buena biblioteca se compone de dos cosas. De libros, naturalmente, y de personas. Antes de la irrupción de internet, los móviles y las redes sociales, la biblioteca de Guijuelo era todo un centro de encuentro social. Que levante la mano el que no se enterara de un chascarrillo, le echara los tejos a esa compañera del cole o hiciera buenas migas con un compañero de biblioteca. Y digo de biblioteca y no de lectura, porque a veces ni siquiera íbamos a leer.

Pero no todo eran travesuras y correrías. Dentro había libros, y revistas, y cuentos y ¡comics! Entonces todo el mundo leía, aunque fuera la Super Pop. No se me olvidarán nunca las frías tardes de los 80 leyendo trucos para el Monkey Island en la MicroManía. Disfrutando con la serie de "Elige tu propia aventura" o esperando turno para poder leer un Tintin, un Super Humor o un solicitadísimo Asterix. Yo tenía mis libros favoritos, esos que casi nadie o casi nadie leía. Eran de la biblioteca, con su tejuelo y su número, pero en realidad eran de ese lector que más los leía. Seguro que tú, querido lector, tuviste algún título entre tus preferidos. Yo no sabría decidirme entre dos. 'La famosa invasión de Sicilia por los osos" de Dino Buzzati, y 'Querido Tim' de Carmen Kurtz. Dos cuentos que marcaron mi infancia. Al igual que esas cuatro paredes, que parecían tan grandes en su día que cabía todo un universo entre sus miles de páginas.

Esa biblioteca forma parte de nuestro pasado, puesto que hoy en día su lugar lo ocupa el centro de día. Y nuestra biblioteca, al igual que nosotros, creció, se hizo más grande, más moderna, se mudó de sitio. En definitiva, se hizo distinta. Nuestra nueva biblioteca David Hernández es un privilegio para el pueblo, portando el nombre de don David y por la cantidad de actividades, fondo de libros y materiales audiovisuales, funcionamiento y desempeño de su personal, comparables a los de un centro de una localidad mucho mayor. Pero es imposible para mí no recordar la antigua biblioteca como algo más cercano, más emotivo, más como un cuento. Más como 'Querido Tim'.

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