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Montería en Pereña de las que crean afición
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MANCHA EN EL PARAJE DE CABRONES

Montería en Pereña de las que crean afición

Actualizado 24/01/2016
Miguel Corral

Entre varias decenas de cochinos, finalmente se cobraron 12, alguno con buenas amoladeras, aunque el mejor de todos dejó con un palmo de narices a la escopeta

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Como bien saben los que la practican, disfrutar la caza no significa matar, ese concepto es mucho más amplio y va desde compartir amistad a vivir la naturaleza en toda su expresión, es decir, a formar parte de ella como un elemento más, como siempre ha sido, sin intervenir más que lo necesario para que cada cual cumpla la función en la búsqueda de ese equilibrio roto tantas veces por distintos motivos, casi siempre ajenos a la actividad cinegética.

Y dentro de ese concepto de sentir la naturaleza mediante la caza, su máxima expresión se encuentra en la dificultad de su ejercicio, en el conjunto de cada momento hasta confluir en el lance, unas veces a favor del cazador y otras del animal, que ha puesto todo su instinto en lograr su supervivencia, una meta que ?al contrario de lo que los neófitos puedan pensar? la mayoría de las veces logra por la alianza que mantiene con el monte.

Ayer tuvo lugar en Pereña de la Ribera, en pleno Parque Natural Arribes del Duero una de esas monterías que crean afición, sin demasiadas pretensiones en cuanto a resultados venatorios, como tan poco económicos, una cacería de pueblo para gente humilde, como suelen ser la inmensa mayoría. La mancha estaba en la zona de Cabrones, con parte de la Dehesa y de la ladera de la ermita de la virgen del Castillo, un paraje de extraordinarias vistas al Duero y tupido de carrascos y escobas.

[Img #537200]Siempre ha sido este punto, desde la irrupción del jabalí en Arribes hace tres décadas, un lugar buscado por los cochinos, tal vez por su tranquilidad, comida abundante y monte suficiente para cubrir su huida sin ser visto por la escopeta, única enemiga de este intrépido y valiente omnívoro, pues ni el lobo ?ahora tan frecuente por estos lares? es capaz de intimidarlo en su fase adulta, incluso se atreve a enfrentarse al cánido si tiene que proteger a sus crías, lo cual sabe muy bien el depredador, de ahí que no sea esta su pieza predilecta. Esto ?la ausencia de depredadores naturales?, y el abandono del campo ha llevado a esta especie a un exponencial aumento de sus poblaciones, colonizando espacios donde nadie recuerda su presencia, como es el caso en la zona sur del Duero.

Pues bien, en esta jornada entre amigos y aficionados al jabalí, especie que procura los más imprevisibles lances por su carácter salvaje y rudo, y en ocasiones hasta agresivo, la mancha de Cabrones no decepcionó a casi nadie, pues varias decenas de cochinos dieron la cara en las distintas armadas, aunque como casi siempre la gran mayoría se salió con la suya, dejando con un palmo de narices a más de una escopeta. En total se cobraron una docena de guarros, alguno con buenas amoladeras, aunque ?como siempre? el mejor, a pesar de haber hecho gala de su valentía, quedó para perpetuar y mejorar la especie, porque solo a los más listos, fuertes y valientes está encomendada esa función, y la caza hizo aquí de criba de selección.

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