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A vueltas con el lobo
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DOCTOR EN CIENCIA POLÍTICA Y DE LA ADMINISTRACIÓN POR LA USAL

A vueltas con el lobo

Actualizado 24/01/2016
Carlos Javier Salgado Fuentes

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Pasan las semanas, los meses, y el problema del lobo sigue sin resolverse en Las Arribes. Esta semana hemos visto varios nuevos ataques (los más mortíferos en Bogajo y Guadramiro) que se han saldado con varias decenas de ovejas como víctimas, bien sea muertas o heridas. Ataques con muerte los registrados en enero que han afectado a los municipios de El Cubo de Don Sancho, Bogajo, Cipérez, Guadramiro, Lumbrales, Olmedo de Camaces, San Felices de los Gallegos y Villarino de los Aires, sumándose a los acaecidos en diciembre en Encinasola, Fuentes de Masueco, Trabanca, Valderrodrigo, Valsalabroso y Villarino.

Últimos ataques con muerte del lobo en Las Arribes

Fecha

Cabezas Muertas

Heridas

Olmedo de Camaces

23/Enero

9

5

El Cubo de Don Sancho

23/Enero

4

4

Moronta

22/Enero

6

Bogajo

22/Enero

2

2

Cerralbo

21/Enero

1

Guadramiro

20/Enero

8

14

Lumbrales

18/Enero

3

1

Olmedo de Camaces

18/Enero

2

Bogajo

18/Enero

13

13

San Cristóbal de los Mochuelos

18/Enero

1

Olmedo de Camaces

15/Enero

4

2

Cabeza de Framontanos

12/Enero

1

Los constantes ataques del lobo en la comarca tienen en pie de guerra a los ganaderos, temerosos de que 2016 sea igual o peor que el año pasado en este sentido, cuando los ataques de este cánido se cobraron la vida en nuestra zona de cerca de 200 cabezas de ganado, habiendo sido Ahigal de los Aceiteros, Bañobárez, Olmedo de Camaces y Sobradillo los municipios más afectados. No obstante, cabe señalar que los daños para los ganaderos no se limitan sólo al número de cabezas muertas y heridas, sino que van más allá, con los abortos y la merma de producción que producen estos ataques en los rebaños.

Todo ello ha motivado que desde la administración se haya autorizado desde mayo la batida de dos ejemplares de lobo en Salamanca, habiendo sido la última abatida una loba el 13 de enero en Aldeanueva de Portonovis (en el municipio de Castillejo de Martín Viejo), hecho en el que le precedió un lobo abatido en mayo en Puerto Seguro.

Pero estas batidas no han resuelto el problema, persistiendo los ataques y con una intensidad cada vez mayor. Los ganaderos piden más sangre de lobo, y exigen nuevas batidas, llegando incluso a asegurar algunos que la existencia de lobos y de ganaderos es incompatible. Y he aquí uno de los grandes problemas de esta cuestión. La Directiva Hábitat europea permite en este sentido a la administración autonómica realizar controles poblacionales al sur del Duero si se dan ataques al ganado, pero una cosa es que se autoricen algunas batidas esporádicas para controlar la población del lobo, y otra muy distinta es pretender exterminar por completo una especie en una zona determinada, en este caso el lobo.

Y es que, si bien la población de lobo ibérico al sur del Duero ha crecido notablemente en los últimos años, aún está considerado oficialmente en peligro de extinción en este territorio, por lo que no están permitidas las batidas de lobos salvo que estén expresamente autorizadas por la administración y con el objetivo principal de controlar esta especie, esto es, que no prolifere en demasía. Parece necesario, no obstante, realizar un censo de lobos actualizado y real en el noroeste salmantino, dados los estragos que está causando, pues los datos oficiales parecen estar muy lejos de los reales y los hechos apuntan a que hay bastantes más manadas y ejemplares de lobo de los que se presuponen, hasta el punto de que la catalogación "en peligro de extinción", al menos en esta zona, puede que sea bastante distante de la situación real.

Sea como fuere, considero que hay que buscar un equilibrio entre el lobo y el hombre, en ningún caso la exterminación de ninguna de las dos especies, esto es, que los ganaderos puedan seguir dedicándose a su trabajo y que el lobo pueda seguir existiendo en nuestra zona, pues ambos pueden resultar positivos para una mejor conservación de nuestro ecosistema. Para ello, lo primero que deberíamos saber es cuantos lobos hay, cuantas manadas, y cuantas grosso modo puede permitirse un entorno ganadero de nuestro tipo, y en base a ello trabajar, pues hasta hace año y medio este era un problema menor. En este sentido, cabe señalar que en 2013 apenas se reclamaron 10 ataques de lobo por vía patrimonial en la provincia de Salamanca, cifra que aumentó a 36 en 2014 y que se ha desbocado en 2015, especialmente en nuestra zona, lo que nos puede hacer deducir que los lobos se han multiplicado especialmente en el último año y medio, y esa es la causa del problema actual, pues hasta 2014 la presencia del lobo apenas ha supuesto contratiempos, de ahí que sea tan necesaria la actualización de los datos sobre el número de lobos en Las Arribes.

Ni que decir tiene que los ganaderos suponen la continuidad del ser humano en nuestra zona, de la vida en nuestros pueblos y de que haya una mayor limpieza en nuestros montes, por lo que mirar para otro lado 'en plan Junta' mientras se arruinan los ganaderos no debe ser nunca una opción. En favor del lobo, a su vez, hay que decir que es una especie que ayuda a que no proliferen demasiado los herbívoros, que de aumentar en demasía tendrían un efecto negativo sobre la vegetación, al inducir a una mayor erosión del terreno por falta de cobertura vegetal. Asimismo, las carroñas de los lobos, también pueden beneficiar a otras especies, como beneficiaban los cementerios de animales, pero los humanos, listos de nosotros, retiramos esas carroñas y cerramos esos depósitos de animales muertos, impidiendo que sean reaprovechadas por el lobo, los buitres u otras especies, que se ven obligadas a buscar nuevas presas. De hecho, en octubre se registró en Guadramiro un ataque de buitres que dejó heridas a varias ovejas, ataque que los sindicatos agrarios consideraban "cada vez más frecuentes", pero no se ha hecho nada porque vuelvan a tener carroña a su disposición como antaño y evitar así el ataque a especies vivas.

Por otra parte, también hay un problema aparejado con las piezas de caza que se matan, pues si bien la caza puede ejercer en ocasiones el papel de regulador del número de especies (al igual que lo haría el lobo con los herbívoros), una caza demasiado numerosa puede suponer una merma considerable de las presas disponibles para los lobos, de su comida en definitiva, por lo que la caza indirectamente podría estar fomentando también el aumento de los daños ocasionados por el lobo, pues al tener éste menos comida disponible en campo abierto se facilita el que decida buscarla dentro de las fincas. Por otro lado, habría que revisar si los ganaderos han tomado algún tipo de medidas preventivas respecto a posibles ataques del lobo, como pastores eléctricos o mastines con carlancas, y si desde la Junta se les ha llegado a asesorar en este sentido. Medidas que, si bien se antojan insuficientes, son mejores que ninguna y podrían llegar a disuadir en algún caso al lobo de realizar un ataque.

No obstante, como el análisis de todos los factores de cara a tomar una decisión en firme no se puede hacer de hoy para mañana (aunque sí se puede empezar a trabajar hoy mismo en este sentido), lo que me parece más primordial es acortar los plazos para el pago de las indemnizaciones que han de darse a los ganaderos afectados por los ataques del lobo. No es normal que haya aún ganaderos en nuestra zona que lleven esperando casi un año a que se les indemnice por este tipo de daños. Estas indemnizaciones, en todo caso, han de restituir por completo las pérdidas que les haya podido ocasionar el ataque, teniendo en cuenta, a su vez, el potencial beneficio que le habría reportado más adelante la venta de los animales afectados.

Por todo ello, creo que no sorprendo a nadie si digo que estoy en contra del exterminio del lobo, pero no de que haya un control sobre la población real de este cánido, a fin de que un exceso de éste no suponga la desaparición de la ganadería extensiva en nuestro territorio, pues es ésta la que mantiene limpios nuestros montes y campos, cuestión esencial para dificultar que haya incendios excesivamente graves, para los que el cierre del matorral que conllevaría la desaparición de la ganadería extensiva sería como yesca.

Por tanto, considero que hemos de tratar al lobo como una especie más, que no ha de proliferar en demasía pero tampoco desaparecer, y huir de la mitificación o la demonización que hacen del mismo unos y otros, siendo conscientes de que la vida de las ovejas, terneros o perros también cuenta, y de que nuestra zona, que acusa una honda despoblación, no puede permitirse la ruina de los ganaderos. Sobre éstos, todo hay que decirlo, me pregunto por qué Abaduero ha estado diez años inactiva. Hablan ahora desde esta asociación de que somos "una zona que, además, no puede permitirse más emigración", lo cual me hace preguntarme ¿Por qué han estado callados e inactivos en esta última década? Porque en este tiempo nos hemos seguido despoblando? y personalmente he echado de menos los años precedentes que desde Abaduero se haya denunciado dicha despoblación o se hayan defendido las necesidades de la zona. En todo caso, como dice el refrán, "nunca es tarde si la dicha es buena", esperemos que Abaduero no se baje del carro de la defensa de la zona y que denuncie los atropellos que se cometen contra Las Arribes, atañan o no directamente al ámbito ganadero, pues hay mucho por lo que luchar en esta tierra.

En definitiva, que tenemos el derecho y el deber de defender la vida en nuestros pueblos y, con ello, la ganadería, no se pone en duda (o yo al menos no lo pongo en duda), pero de ahí a que intentemos demonizar especies, cuando no somos los más apropiados para hablar, hay un largo trecho. Como en este y otros muchos temas, hace falta un equilibrio que tenga el menor número de perjudicados posible, partiendo de un control poblacional del lobo y unas indemnizaciones justas y tramitadas con la mayor celeridad de los daños que pueda causar. Los lobos no deben desaparecer de nuestra tierra, pero los humanos tampoco, busquemos el equilibrio y la convivencia entre especies y, sobre todo, pongamos los medios para que dicha convivencia no cause perjuicios económicos a los ganaderos, siendo conscientes de que la exterminación no es una opción.

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