Por Rodrigo Del Castillo Medina, joven de 29 años, 'speaker', presentador y natural de Villoruela
Les voy a contar un pequeño secreto. Nada trascendental, implicatorio o abochornante. Es algo sencillo, pero que quizá, por localización geográfica, no es lo más común.
En verano de 2007, a dos mil kilómetros de casa, en la plaza Queen´s Square de Liverpool, conocí un grupo de andaluces, dentro de un curso del idioma anglosajón, y entre las muchas cosas que con ellos y de ellos descubrí, fueron las chirigotas.
Llegó el carnaval siguiente y alguna de las integrantes de ese querido grupo, me pasó unos archivos sonoros de las agrupaciones del carnaval de Cádiz.
Por aquel entonces escuchaba aquellas letras y ritmos como algo gracioso, simple, buscando más reconocer la melodía del popurrí correspondiente que lo que en sí decía.
Con el paso de los años, a mediados de enero comienzan las rondas eliminatorias del carnaval gaditano, yo buscaba el medio de escucharlas e incluso me atrevía a valorar si un año eran mejor que otro, yo, que dentro de mis escasas virtudes no están la gracia ni la chispa humorística.
Pero lo que sí pensaba con el paso de los carnavales, y ya son unos pocos, en la cantidad de recursos y temas
Si a ustedes, primero les da por leer este artículo y luego pensar en la cantidad de momentos grotescos e inverosímiles que se han dado en el último año a todos los niveles, nos da para realizar diez chirigotas con sus correspondientes diez presentaciones, veinte pasodobles, veinte cuplés y los diez popurrís finales. Y todo ello sin ser de Cádiz; nos faltaría el punto de gracia que ellos tienen por naturaleza, pero repertorio tendríamos de sobra. No repetiríamos tema en ninguna ronda eliminatoria.
A bote pronto: la política fraudulenta, los escarceos amorosos de las celebridades varias, el puñetazo al presidente del gobierno, la llegada de los nuevos partidos al congreso, el bebé Bescansa, los empates catalanes, la alineación del Real Madrid en la Copa del Rey (y encima en el Carranza), el fax de Florentino Pérez, los juicios irreales de la realeza española, la televisión? así a primera vista, sin bucear mucho en la hemeroteca anual.
¿Saben que les digo? Que me voy a buscar las chirigotas del 2016 porque a fin de cuentas, las chirigotas tienen su gracia, su burla, su pizca de "catetismo", pero es una forma de criticar y juzgar lo que está a la vista de todos disfrutando de la vida. De momento, a día de hoy, eso tiene más valor moral que lo que podemos encontrar en los juzgados, congreso o senado? y si ellos, los trescientos cincuenta y sus secuaces, no se han dado cuenta estamos hartos de sufrir.