500 años y nada nuevo bajo el sol

La mediocridad generalizada, la evolución del liberalismo hacia el totalitarismo, el consumismo y la globalización son ingredientes más que necesarios para cocinar ese potaje que un cocinero avispado, locuaz, que nos hable de un mundo feliz, cuyo concepto utópico nos puede llevar al abismo. La situación actual del mundo es propicia para devenir en una distopía o antiutopía, con soluciones populistas que nos pueden llevar a males aún mayores.

Estamos tan cansados de 'sufrir' en ese post-estado del bienestar, que vivimos en los últimos años, que cualquier árnica nos vale para recuperar esa situación, sin pararnos a analizar las consecuencias de las medidas que el cocinero nos propone.

Es evidente que la situación es la que enumero en esa lista de ingredientes que están encima de la mesa. Políticos mediocres, corruptos y facilones que han hecho del servicio y la vocación, un trabajo egoísta y mezquino en exclusivo beneficio propio. Una economía liberal que ha llevado a las naciones a un distanciamiento entre las clases sociales menos favorecidas y aquellos que a su costa se han enriquecido hasta límites aberrantes y obscenos, amparados en el salvoconducto de la economía de mercado, la libre competencia, el capital y la falta de valores más allá del valor del dinero. Los consumidores, convertidos en enfermos consumistas, han caído en la trampa de los mercados que repatrían las migajas de la prosperidad para seguir adquiriendo bienes fútiles y obsolescentes en un sentido de la vida vacío y egoísta. La tecnología que ha conectado el mundo, invalidando cualquier teoría pasada de la economía y utilizando la mano de obra barata allá donde la hubiese y el mercado receptivo a la producción de bienes sin existir fronteras para ello.

Ahora que todo esto ha pasado, vienen los nuevos 'Tomás Moro' a decirnos es posible construir una sociedad pacifica, una propiedad común de los bienes, y un desarrollo de valores más humanistas.

Tomás Moro acuñó el termino de utopía que con el paso de los años se convirtió en un término cuyo significado es lo de algo irrealizable.

No parece obsoleto, sino que se podría poner en boca de alguno que les sonará y en cualquier tertulia de televisión, palabras que fueron escritas hace ya 500 años:

"Así, cuando miro esas repúblicas que hoy día florecen por todas partes, no veo en ellas - ¡Dios me perdone! - sino la conjura de los ricos para procurarse sus propias comodidades en nombre de la república. Imaginan e inventan toda suerte de artificios para conservar, sin miedo a perderlas, todas las cosas de que se han apropiado con malas artes, y también para abusar de los pobres pagándoles por su trabajo tan poco dinero como pueden. Y cuando los ricos han decretado que tales invenciones se lleven a efecto en beneficio de la comunidad, es decir, también de los pobres, enseguida se convierten en leyes"

Hoy sigue siendo algo irrealizable, pero es lógico que nuestra sociedad quiera comprar la idea. El problema hoy, no como algo nuevo, sino como algo que se produce cíclicamente, es que esas ideas nos pueden llevar a una situación completamente opuesta, pero al menos volverán a pasar años hasta que eso ocurra.

Sin embargo y a pesar de todo lo que acabo de decir, un cambio que nos permita reflexionar y serenarnos, asustarnos y castigar a los que han abusado, y hacer una 'excursión' pasajera a esa isla de Utopía, servirá para volver a tranquilizar y pacificar un mundo tan revuelto e injusto como en el que vivimos. No será la solución ideal, no llegará a su utópico fin, y sobre todo espero que no se convierta en una distopía, pero el cambio es necesario y creo que de algo servirá.

No inventamos nada nuevo, han pasado 500 años, y la única diferencia es que el mundo ahora es mucho más grande, pero los hombres, sus bondades y sus maldades siguen siendo los mismos.