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¿Cortesía, cortedad o fraude?
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Por Francisco López Celador, Coronel de Infantería (r)

¿Cortesía, cortedad o fraude?

Actualizado 18/01/2016
Francisco López Celador

"Nos olvidamos con facilidad de que pertenecemos a una nación donde se levantaron verdaderos monumentos a la picaresca, como El Lazarillo de Tormes, Rinconete y Cortadillo, El Buscón, etc., cuya filosofía parece haber llegado muy fresca a la política de h

A veces me pregunto por qué se cuecen con tanta frecuencia "apaños" postelectorales en ambas cámaras legislativas. Aquí también se podría decir aquello de "el partido político que esté libre de pecado, tire la primera piedra". Y es que surge espontáneamente la pregunta ¿se puede o no se puede hacer? Y, si se puede, ¿se debe o no se debe hacer? Si las Leyes y los Reglamentos de las respectivas cámaras están perfectamente redactados, no debería resultar tan resbaladiza la tarea de dictaminar cuándo son legales, o no, esos trasvases de señorías.

[Img #532712]El español que acude a votar pensando que su voto contribuirá a impulsar medidas políticas propuestas por quienes piensan como él, puede llegar a pensar ?y muchos ya lo hacen- que le están tomando el pelo, o que hay alguien que quiere hacer negocio. Y todo a pesar de que hayan jurado y perjurado lo contrario durante la campaña electoral. Tal vez nos olvidamos con facilidad de que pertenecemos a una nación donde se levantaron verdaderos monumentos a la picaresca, como El Lazarillo de Tormes, Rinconete y Cortadillo, El Buscón, etc., cuya filosofía parece haber llegado muy fresca a la política de hoy en día.

Dejando aparte las operaciones de ingeniería jurídica que se puedan urdir para dar cobertura semioficial a estas maniobras de "préstamos compensatorios", hay que reconocer que encierran otras vertientes muy fáciles de interpretar por el español de a pie. Una de ellas sería el posible delito que se comete contra la hacienda pública, ya que cada una supone multiplicar por dos el coste inicial. Es decir, los partidos que participan de la operación ?y quien la autoriza- pueden estar cometiendo una malversación. Porque la consecuencia de estos acuerdos nunca supondrá para los parlamentarios una disminución de sus emolumentos, pero siempre repercutirá en los impuestos del sufrido contribuyente. En el reciente caso del trasvase de senadores no hace falta ser profesor de teoría política para llegar a la conclusión de que, en una cámara con mayoría absoluta de uno de los partidos, el resultado final de cualquier votación nunca se verá alterado, por muchas componendas que se le ocurran a la oposición. Los dos partidos catalanes ERC y DiL, que no han alcanzado el mínimo exigible de 10 senadores para formar grupo parlamentario propio, y que acudieron juntos a las últimas elecciones al Parlament, no hubieran tenido ningún problema legal para unir sus fuerzas en el Senado y formar ese grupo, ya que siempre se trataría de parlamentarios con similares aspiraciones secesionistas. Si, a pesar de ello, renuncian a esa posibilidad y prefieren que se bordee la legalidad, adjudicándole a cada uno su propio grupo, sólo puede ser por dos motivos. El primero resulta bochornoso: recibir de ese Estado que quieren destruir unos nada despreciables fondos, a los que legalmente no tendrían derecho. Por muy catalanes que sean, no parece que sea esa la razón de más peso en esta operación.

A la vista de las dificultades que encuentra Pedro Sánchez para asegurar su investidura, todo hace indicar que le mueven otras intenciones para establecer contactos con esos partidos independentistas de los que abominaba durante la campaña electoral. Hasta hoy, todas las explicaciones que ha dado el aspirante socialista no han sido suficientes para convencer a nadie. En su propio partido, a pesar de los ímprobos esfuerzos para que no trascienda la sorpresa de barones y militantes de base, el malestar general ya se traduce en círculos de opinión y medios de comunicación. Cada vez que algún portavoz pretende justificar la decisión de su jefe con argumentos tan peregrinos como decir que establecer un pacto con los partidos constitucionalistas sería un fraude para toda España, es olvidarse de lo que ya han pactado en ayuntamientos y comunidades ?con los resultados de todos conocidos-. Por lo tanto, si Pedro Sánchez no cuenta con el apoyo de Ciudadanos para llegar a la Moncloa, necesita el de todas las fuerzas situadas a su izquierda ?incluidas las que pretenden romper España-. Si, consciente de este detalle, antepone sus ansias de poder a su cacareada defensa de la unidad de España, debemos llegar a la conclusión de que nos está mintiendo. No tardaremos en saber el precio que debamos pagar todos los españoles. Cuando alguien nos hable de cortesía parlamentaria, sería más propio decir cortedad política y, en cualquier caso, fraude.

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