Extremadureando, por Jesús Cid

Recién empezado el año con todos los buenos propósitos aún por incumplir y el cuerpo no repuesto de los excesos navideños, así sin solución de continuidad, se respira ya en nuestras calles un ambiente de pre-carnaval.

El primer acto serio u oficial, o sea, las Tientas del Bolsín Taurino Mirobrigense ya han comenzado. Son sesenta años dando la oportunidad a todos aquellos que han querido y continúan aspirando a ser figura del toreo, por eso me parece un detalle de muy mal gusto que finalmente no se haya llevado a cabo la propuesta para que el próximo triunfador torease el festival del sábado con las figuras. No entiendo la negativa de los constructores de los "tablaos" en primer lugar, ni la excusa vana del Ayuntamiento después, basada en un desajuste del presupuesto. Absurdo.

No han tenido ninguna sensibilidad con una institución que es pionera e imitada por decenas de iniciativas similares en España, Francia y Portugal, que año tras año por estas fechas acerca a cientos de personas hasta nuestra ciudad y concita el interés de los medios de comunicación, tanto taurinos como de información general. De todos modos los del Bolsín siguen a lo suyo. Empeñados en retomar la costumbre primitiva de viajar hasta las fincas de toros bravos para celebrar allí sus pruebas de selección. La idea entusiasma a unos y exaspera a otros, pero creo que lo de salir de tu hábitat natural, de vez en cuando, es saludable, oxigena, se aprende, te muestras y no hace mal a nadie.

Las dos primeras tientas se han celebrado en tierras de Extremadura, un poquito lejos sí, pero es una gozada cruzar esa región donde un invierno suave y las últimas lluvias la han dejado para comérsela. Olivares, encinares y alcornocales sobre el tapiz verde y frondoso de un suelo ya florecido hacen de la travesía una experiencia gozosa desde el mismo momento que dejamos atrás la sierra de Gata hasta llegar a la bonita finca Coto Mayor de Vera propiedad de la familia de empresarios mirobrigenses Criado Holgado, lugar donde estaban citados el sábado por la mañana la mitad de los cincuenta aspirantes inscritos en esta edición.

Fue una mañana, es verdad, poco propicia para hacer el toreo bueno. El fuerte viento, el suelo embarrado y resbaladizo fruto de las últimas lluvias, y un serio y exigente lote de vacas con cuajo y cara, dejaron en evidencia a los chicos con menor nivel u oficio, destacando aquellos que poseen un bagaje y una estética más desarrollada, caso del Salmantino de la Fuente de San Esteban, David Salvador, y de un espigado torero de Madrid llamado Fernando Plaza que apunta condiciones muy buenas para esto del toreo. Toreó con gusto y empaque Alejandro García, de Plasencia. Una tanda de derechazos ejecutada por el torero de Valencia de Alcántara Juan Carlos Berrocal con enjundia, suscitó el único murmullo de aprobación entre los aficionados.

Miento; lo que verdaderamente provocó, no un murmullo si no un verdadero caudal de admiración, fue el caldo calentito, riquísimo, que los propietarios de la finca tuvieron la deferencia de ofrecer, tantas veces como quisieran, a todos los asistentes al tentadero. Esto en una mañana encapotada, en medio de un entorno natural rebosante de vida y color, viendo torear y con el inquietante gruñir de las Grullas de fondo lo compensa todo. He dicho.

JESÚS CID