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Salamanca se hunde

Actualizado 09/01/2016
Matilde Garzón

Sin periodismo, sin librerías no hay democracia

Hace casi una semana, nuestro digital me sorprendió en la nocturnidad de la noche cabalgando hacia la madrugada del domingo, con 8 artículos sobre la desaparición de "Cervantes", da igual que lo llamemos cierre, estocada, caída , matanza, fallecimiento, muerte. Ha sido un hito más de lo que considero la decadencia de esta ciudad, la decadencia de la cultura, la decadencia de España, de la Europa que fue maestra del mundo.

[Img #525482]Son muchos los comercios que durante esta larga crisis se han ido a pique, muchos los ámbitos humanos, culturales descuidados. Mi disgusto ahora, ha sido parecido al que el 22 de mayo de 2013, después de 130 años de historia, me produjo la muerte de El Adelanto, diario de Salamanca, uno de los decanos de la prensa regional, de los periódicos locales más antiguos de España. El Adelanto, amado desde mi infancia, fue fundado en 1883 por Francisco Núñez-Izquierdo, nacido en Valladolid y establecido desde niño en Peñaranda de Bracamonte. En 1970, mi querido amigo Enrique de Sena Marcos, hasta entonces redactor jefe de La Gaceta, pasó a dirigir "El Adelanto". En el periodo de su dirección el diario representó una tendencia bastante aperturista y posteriormente, tras la muerte de Franco, abiertamente favorable a la izquierda. Se que en una ocasión tuvo que pagar 50.000 pts de multa por un artículo que escribió en mi defensa a causa de un atropello profesional que sufrí. Enrique siempre me publicó los artículos que ocasionalmente escribía. Al fondo de los primeros talleres de la Gran Vía charlábamos amigablemente. Su madre era amiga y compañera de la mía.

La Gaceta había sido el periódico del Movimiento y se mantenía en una línea de derechas. No obstante a su Jefe de redacción, García Iglesias debo que acogiera algunos de mis artículos rechazados por un Director de El Adelanto, después de la muerte de Enrique, cuyo nombre prefiero no recordar.

Salamanca perdió en poco tiempo dos de sus tres periódicos diarios, tras el cierre de la edición impresa de Tribuna de Salamanca en abril de 2011, Localia, Canal 4, Punto Radio, durísimos golpes que con la desaparición de El Adelanto y sus 130 años de periodismo, dieron muerte a todo un símbolo de la historia de la prensa local, recortándose gravemente la pluralidad informativa para los salmantinos.

Cervantes, como Escudero, Galán, Paulino, Novelty? son enseñas, marcas que imprimen carácter y reclaman permancia. Ojalá salgan galenos que no permitan su muerte. Pero temo que esta Salamanca pueblerina que yace bajo su capa de muy culta, siga pasiva y pesetera dejando perecer sus mejores insignias intelectuales y sólo florecer los cornudos toros de sus añosas dehesas.

En ninguna provincia han calado tanto las consecuencias de la crisis que está afectando tanto al periodismo y a la cultura en España, con la invasión de inversores y directivos ajenos al sector y atraídos por la aparente oportunidad de negocio económico a cambio de relegar la independencia informativa y de primar los criterios meramente comerciales. Parece que estos especuladores ignoran que sin periodistas no hay periodismo, que sin librerías no hay libros y sin periodismo y sin libros, no hay cultura, no hay democracia.

De mis primos, sólo queda Jesús. No lo he visto pero imagino su sufrimiento.

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Arriba: Celia, León, Germán, Jesús, Matilde; abajo: Rosi, Julita y Gloria.

Vi nacer la "Librería Cervantes" en la Plaza de Santa Eulalia, cuando acabada la guerra, después de un año de estudios en el Colegio San Miguel de Peñaranda, nos instalamos en Salamanca, el curso 41-42, con mi madre viuda, mis dos hermanos Higinio y León, mis hermanas Julita y Gloria y los dos primos Martín y Germán. .

Su padre, mi tio, Germán Sánchez Almeida, librero, impresor y editor como su padre Martín Sánchez, como su madre Inocencia (Viuda de Martín Sánchez), como su tío carnal Bibiano Sánchez y como su abuelo Bernardino Sánchez, había pasado cuatro años, en la prisión de Celanova (Orense), el Monasterio de San Rosendo, que se transformó como otros en cárcel del franquismo y albergó a 3.000 presos, un impresionante inmueble, convertido hoy en centro educativo y premio Europa Nostra de patrimonio. De ahí salió en libertad en el 40, después de su esposa, y ya en Peñaranda volvió a su Librería "Cervantes", incautada como todas las pertenencias muebles e inmuebles de la familia Ruipérez.

En vacaciones yo pasaba muchos ratos sentada en la oscura transtienda de la librería, rodeada de libros y devorando cuentos de todas las Editoriales y autores conocidos: Calleja, Iriarte, Ezequiel Solana, Samaniego. De vez en cuando salía a los mostradores y asesoraba a las amigas para que no compraran tal libro que le ofrecían, lo que me costaba una reprimenda porque "había que venderlos todos". También en aquella trastienda un transatlántico de más de un metro de eslora que habían construido mis hermanos, estuvo a punto de arder, cuando intentaban que funcionara el motor.

Creo que fue en el 42 cuando tió Germán se nos presentó en Salamanca para coger el transpaso de la pequeña y céntrica papelería Cervantes. Todo cambió para los primos Sánchez Ruipérez. Jesús entró sin más a sus 14 años, Germán tuvo que abandonar el 5º curso de Bachillerato a los 16 y de milagro Martín pudo seguir su carrera de Clásicas en Filosofia y Letras. Para vivir alquilaron la planta de la vivienda situada sobre la Librería. Celia y Rosi, se ocuparon de la casa y a veces ayudaban en la tienda.

Han pasado 73 años y a la Librería le ha llegado su fin, siempre doloroso. Aquí abajo, las personas y las cosas, todo lo que vive y respira, tiene un ciclo: nacer, crecer (por fuera y por dentro) y morir.

[Img #525484]He seguido con pasión este ciclo de una Librería que casi consideraba mía, por la extrecha relación con los dueños, porque formaba parte de su clientela (con descuento familiar del 10%), porque conocía su historía, porque cuando acuciada por alguna necesidad necesitaba un refugio cercano y allí lo encontraba, porque podía comunicarme a diario con mis primas y primos, porque todos los dependientes eran mis amigos, porque había buscado y hojeado libros por todas sus estanterías y mesas, había comprado colecciones de arte a 12 pts el fascículo cuando mi tanda dominguera era de 15 céntimos. Algunas veces, me regalaban bolígrafos, gomas de borrar, algún libro y pequeños utensilios?pero desde que murió tío Germán, siempre le eché de menos. Le recuerdo sentado en alguna esquina de la papelería, cerca de la puerta, con su rostro bondadoso en silencio hasta que se derramaba en simpatía con un cliente que entraba o salía sin prisa. Al acercarme para besarlo, me regalaba muchas veces la compra completa. Eran tiempos malos para los Garzón Ruipérez, todos estudiando, con la madre viuda y represaliada sin escuela; sin duda el tío se acordaba de los años difíciles comunes que para nosotros no habían acabado, de la compañía y atención de mi madre con su esposa más angustiada, en el Penal de Saturrarán y del cuidado de mi padre con su hijo mayor en el exilio francés.

Me uno al deseo de Fernado Pablos y clamo que la librería Cervantes no se cierre. Estoy de acuerdo con la reflexión de Emilio Pérez de la que recojo una frase: Dejemos de lastimarnos sobre el fin de un negocio y apoyemos un nuevo proyecto de futuro rentable y posible. Las oportunidades hay que aprovecharlas, unos para demostrar que realmente apoyan el tejido empresarial de nuestra ciudad y otros para mantener sus puestos de trabajo con dignidad, derecho y valentía.

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