Con el comienzo del nuevo año 2016, 'Teresa, la jardinera de la luz' llena la iglesia del pueblo zamorano (GALERÍA DE FOTOS)
Con el comienzo del nuevo año 2016, 'Teresa, la jardinera de la luz' se acerca al pueblo zamorano de Fuentespreadas. Situado en plena Comarca del Vino, parece un buen lugar para alzar las copas y brindar por este nuevo año en el que la ya conocida obra representada por el grupo Lazarillo de Tormes, sigue su periplo de funciones. Se traspasa así la frontera del V centenario del nacimiento de Teresa de Jesús, y como ella, los actores de este ya conocido grupo de teatro y su más conocido trabajo, continúan con su tarea de llevarlo a todas las localidades que siguen demandando su puesta en escena.
Hay que brindar también por el éxito de este montaje, pues siendo ésta su representación 103, el número no deja de ser una simple cifra, ya que no es la cantidad de representaciones lo que avala su calidad, sino el hecho de que a pesar de los meses transcurridos desde su estreno y la creciente demanda para llevarla a cualquier punto de nuestra geografía, han sido los espectadores que de ella han disfrutado, con sus muy favorables críticas, los que han conseguido crear una cadena de luz en torno a la historia de esta gran mujer. Con un montaje de corta duración y acertado enfoque de su puesta en escena Denis Rafter, autor y director de la obra ha sabido dar vida a la original idea que Javier de Prado le presentó para la creación de este maravilloso texto tan bien escenificado por estos actores de Lazarillo de Tormes, que han conseguido dar a su trabajo, una categoría profesional.
Es Fuentespreadas, al igual que Teresa, una localidad de fuertes contrastes y larga historia de siglos donde se cruzan muchos caminos. Punto relevante de órdenes hospitalarias como la de san Juan o los de la orden de Jerusalén, es mucha la energía de vidas humanas que por allí han pasado. Así también fue la existencia de esta monja carmelita del XVI, que por tantos caminos dejó la impronta de sus pisadas en busca de proporcionar a las mujeres de su tiempo y que en ella confiaron, un futuro mejor, donde Dios, y no los hombres, fuera el protagonista. Vivió en clave de amor, y convirtió en universales, valores humanos que la condujeron a lo divino.
Este pueblo zamorano, en el que su nombre nos habla de fuentes "sin provecho", pues eso significa su etimología, se afinca con raíces profundas en una comarca donde los frutos de la vid son creadores de vida. Seculares tradiciones como la caza, contrastan con las modernas aficiones de los jóvenes por sus motos y las competiciones con las mismas. Juventud y experiencia de sus mayores conviven en total armonía para que su localidad siga adelante y tenga futuro y un pasado que enseñar a los que van llegando.
La tierra y la sabiduría de sus gentes configuran un paisaje de vino y tradiciones, de fuentes que nada tienen que ver con el nombre que designa al pueblo y que oculta un origen acorde con los frutos que se ofrecen al viajero que por sus caminos pasa. Al igual que Teresa de Jesús, que al margen de las acusaciones que sobre ella caían por su origen judío y su condición de mujer, hizo que fuera el ejemplo de su vida, el que de ella hablara. Supo dar un sentido a lo que de sus mayores había aprendido, pero lo proyectó a los demás con la clarividencia que el Cielo le otorgó para entender un mensaje que librara a los hombres de las desigualdades. Su condición de mujer, que tan esclava la hacía entre los hombres de su época, le dio la libertad ante los ojos de Dios, al que ella había elegido para compartir su vida.
Iglesia de San Cristóbal
La iglesia parroquial de San Cristóbal, de factura románica en origen, aporta a "Teresa, la jardinera de la luz", dos circunstancias propicias a este montaje. De un lado, nos hallamos ante el patrón de los viajeros, Cristóbal; y si algo caracterizó a Teresa, fue su condición de "andariega" incansable en su labor fundadora. Por otra parte, las dimensiones de esta iglesia, que como ya sabemos es el escenario adecuado para esta obra, son perfectas en su tamaño. Las hermanas carmelitas, avanzan dignamente con sus hábitos de estameña, propios del XVI, hacia el altar. Entonan un Kirie Eleyson acompañado por las notas que salen del órgano, réplica exacta del que se encuentra en la Catedral Vieja de Salamanca. Lo toca un actor ciego que emula al maestro Salinas, coetáneo de Teresa de Jesús.
Allí, y en lo alto de un púlpito, que parece formar parte de la iglesia, y que sin embargo aporta el grupo teatral, el padre dominico de la inquisición, las espera. Da comienzo 'Teresa, la jardinera de la luz', y a partir de este primer enfrentamiento de los personajes, se van creando los cuadros, que conforman una escenografía bella en su sencillez y elegancia y que con poco dinamismo hace que las palabras sean el motor que otorgue fuerza y vida a la obra, sin restar ningún protagonismo a la estética de los cuadros que en ella se contemplan y que enmarcan prodigiosamente el texto.
Es una simbiosis tal, que hace que con pocos elementos y algunos momentos esenciales de la vida de la santa, asistamos a la exposición de todo un periplo de acontecimientos, que no sólo nos hablan de la existencia de esta mujer, sino también de la forma de vida de sus congéneres, del contexto histórico y cultural de la época, o de la formación que se desprende de los personajes. Todo se construye con tal naturalidad, que los enfrentamientos verbales de monjas e inquisidor, las situaciones de cotidianidad de las primeras, o el estupor y sorpresa del último ante lo que le toca vivir, envuelve poco a poco a un público que se va metiendo sin darse cuenta en un tiempo que podría parecer lejano y que absorbe su atención durante una hora. Es durante este corto tiempo que conocemos a una Teresa monja, alegre en su vida conventual y mujer por encima de todo desde su infancia.
Mujer enamorada de Dios por el que vive y con quien comparte su existencia dándose a los demás con convicción y sin miedos. Viajera incansable, supo transmitir libertad a las mujeres de aquel siglo, y a ellas dedicó sus esfuerzos fundadores para acogerlas en conventos donde aprendían a dirigir su destino. Al oír recitar los poemas de amor a Dios de Teresa nos acercamos más a la mujer que a la santa. Mujer que por otra parte, tuvo una formación intelectual y teológica muy por encima de sus varones contemporáneos que por no poder ejercer su dominio sobre ella, quisieron aniquilarla por peligrosa en aquellos momentos de la historia de España y su religiosidad mal entendida. Llegó a ser santa porque es muy difícil competir con Dios en aspectos humanos que no tienen explicación, y porque nadie como ella supo verbalizar y hacer realidad con su vida esta suprema relación.
En Fuentespreadas se celebra una fiesta con mucho arraigo. Es la que el día 26 de diciembre se hace en honor de los quintos. En ella tiene lugar lo que se llama "relaciones", y que no es otra cosa que lo que esta puesta en escena hace para el espectador atento, esto es, el relato de la vida de cada uno de los quintos del año a través de una narración poemada. Quizá sea por esto que para los habitantes de este pueblo zamorano tan celoso de sus tradiciones, de sus jóvenes y de todo lo que la cultura les pueda aportar, hizo que su atención durante la obra fuera exquisita. Con unos aplausos emocionados y el reconocimiento agradecido por el trabajo visto, dieron junto a los actores de Lazarillo de Tormes la bienvenida a un nuevo ciclo de la obra que inicia en el 2016, una nueva etapa llena de luz, de la carmelita del XVI.