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Las pequeñas sorpresas de Santa Teresa se hacen grandes en El Campo de Peñaranda
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representación teatral

Las pequeñas sorpresas de Santa Teresa se hacen grandes en El Campo de Peñaranda

Actualizado 28/12/2015
Redacción

El grupo Lazarillo de Tormes escenificó una obra sobre la religiosa en la Iglesia de la Asunción (GALERÍA DE FOTOS)

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Según el viajero se va acercando a este pueblo, puede contemplar la esbeltez de su iglesia situada en medio de la plaza de la localidad. Dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, es de factura muy sencilla, en lo que a su parte externa respecta. Sin embargo acoge en su interior un misterio que elevó a lo más alto al más humilde de los seres, y que por la gracia de Dios llegó a las Alturas en cuerpo y alma, esto es, la Asunción de María a los Cielos. Si imaginamos a Teresa de Jesús aproximándose por esos caminos, se puede pensar en ella en estas mismas claves. Tanto por su físico como por carácter fue una persona de gran altura, y que no obstante supo llegar allá donde se propuso por su humildad y valentía. María y Teresa hacen además frente común ante un amor que las trasciende, el de Dios y por Dios.

Nuevamente "Teresa, la jardinera de la luz", es llevada a escena por el grupo de teatro Lazarillo de Tormes. Y es así a pesar de los días navideños, que hacen que la gente dedique sus intereses a cosas muy dispares, pero que no parecen coincidir con ir a ver una obra teatral representada en una iglesia, donde los Belenes ocupan su lugar protagonista. Pero cuando se ha tenido la oportunidad de disfrutar de este trabajo, se entiende perfectamente el encaje que tiene en estos días en los que celebramos cómo lo divino se acerca al mundo. Al conocer a Teresa de Jesús, no hace falta ser creyente para poder entenderla en ese contexto que ella convirtió en una realidad tan palpable en su vida, que compromete nuestra existencia de hombres. Nos referimos a la magnitud de sus aspiraciones como mujer. Con "Teresa, la jardinera de la luz", descubrimos una vida como la de cualquier otra mujer del XVI, pero que la carmelita supo encauzar de tal forma que transformó su amor por Dios en creación literaria, revolución fundadora en pro de sus congéneres mujeres y lucha incansable en busca de una igualdad que con humildad e inteligencia ante los poderosos, reivindicó a lo largo de toda su existencia.

Lazarillo de Tormes, que como ya sabemos es un grupo teatral de aficionados, eleva a categoría profesional este montaje que nace de una original idea de Javier de Prado, y se pone en marcha a partir de un guión elaborado y llevado a cabo en un primer momento por Denis Rafter. Poco se puede decir ya del prestigio de este dramaturgo irlandés; tampoco demasiado del resultado obtenido por este trabajo, dado que en este día post-navideño del 27 de diciembre, culmina su representación número 102. Mucho se ha dicho sobre esta obra para poder entender su rotundo éxito, y la continuidad en sus funciones a pesar de la clausura del V centenario del nacimiento de Teresa de Jesús, para el que fue concebida. Pero es innegable que para cualquier fenómeno teatral, la última palabra la tienen los espectadores, y parece ser que de "Teresa, la jardinera de la luz", todavía no se ha dicho la última. Los comentarios de los espectadores han sido tan diversos como diversa era la procedencia de cada uno de ellos. No importaba el sexo, formación cultural, origen rural o urbano, creyentes o no, la aceptación siempre ha sido unánime y emocionada. La obra es diferente.

La emoción de representar en un pueblo pequeño de la comarca peñarandina, como lo es Campo de Peñaranda, crece al ver la satisfacción de sus gentes al ofrecer el altar de su parroquia, donde recientemente se ha tenido constancia y gracias a sus párrocos, de que su retablo alberga una auténtica tabla de Fernando Gallego, autor no sólo de maravillosas obras religiosas sitas en el Museo del Prado, sino también de nuestro conocidísimo Cielo de Salamanca. Nada podría honrar más a Teresa, que ser defendida ante el dominico inquisidor por sus hermanas carmelitas, ante esta maravillosa tabla del Resucitado cuyo auténtico valor fue ignorado durante años. Y es en ese anonimato donde reside la grandeza de las cosas, porque tarde o temprano afloran a la luz emitiendo la suya propia. La Resurrección del Hijo de Dios fue para esta mujer la fuerza arrolladora que desde la humildad la catapultó a lo alto como sucedió con su amado Jesús de Nazaret. Entre los hábitos, de aquella época, que visten las actrices, el púlpito donde hallamos encaramado al dominico que acaba a los pies del altar, la música renacentista salida del órgano del maestro Salinas, y la espontaneidad y rotundidad de este texto, conocemos el porqué de la vida de esta gran mujer.

En un momento de la obra, oímos en boca del padre dominico, y no sin cierto escándalo, que Teresa parece querer llegar al mismísimo Palacio Real, y resulta curioso saber que este pueblo albergó el Palacio de recreo de un noble y que sin embargo fue conocido fundamentalmente por su producción de cereales y legumbres que le convirtió durante siglos en gran abastecedor de estos productos. La riqueza y la pobreza se dan la mano en cualquier camino, como este al que llega la carmelita en nuestros días porque parece permanecer eterna a lo largo de los siglos. Su mayor riqueza fue confiar en los designios de Dios para con ella. En un pueblo donde los cereales son tan pródigos, dedican con fervor una de sus más conocidas fiestas al Corpus Christi, en la que recordamos el misterio de la Eucaristía en la última cena en la que Jesús prometió permanecer con nosotros a través de los tiempos consagrado en un simple trozo de pan. Al mirar el Resucitado de la tabla del retablo de su parroquia, las gentes del Campo de Peñaranda entienden la complicidad de su tierra de trigo y pan con la humildad del que entregó su cuerpo por nosotros y por amor como Teresa de Jesús entregó su vida a él. El anonimato del valor de esta obra de arte y la humildad de la carmelita comulgan juntos y toman cuerpo ante nosotros cuando entendemos el espíritu de "Teresa, la jardinera de la luz".

En la víspera de la festividad de Los Santos Inocentes, muy celebrada también en Campo de Peñaranda, sus habitantes se han hecho un bonito regalo de Navidad, acudiendo a disfrutar de una obra de teatro donde la seriedad de la inocencia y la luz de la alegría, hacen del mundo un lugar mucho más habitable, donde hay cabida para todos. "Eso decía nuestra madre Teresa?"

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